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Tren, globo, helicóptero, da igual..., algo

«La GC-1 ya no puede llamarse autovía. No lo es una vía rápida que se atasca día sí, día también»

Jueves, 1 de enero 1970

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Gaumet Florido

Este lunes tenía dos opciones, o despellejarme vivo, como supongo que le pasaría a los miles de conductores que se quedaron atrapados en la autojaula GC-1, o guardar la artillería para desahogarme en esta ventana privilegiada y hacer piña con la cofradía del santo atasco para que nuestros lamentos lleguen a quien pueda ayudarnos, se apellide Morales, Clavijo, Sánchez, Borbón o, por qué no, Torra, que, vista la última propuesta de presupuestos del Estado, atrae pasta. La GC-1 ya no puede llamarse autovía. No lo es una vía rápida que se atasca día sí, día también. Unas veces en dirección norte, otras en dirección sur. La única posibilidad que tenemos los que la sufrimos es que la cola del día toque en el sentido contrario.

Pero este lunes no tuve suerte. Caí en ese sumidero sin remedio. Y durante una hora no tuve manera de librarme. Iba para la capital, camino de la redacción, y me la topé a la altura de la salida de la Base Aérea. Uff, respiré. No todo está perdido. Podía escaparme por la carretera de El Goro, atravesar Telde por la circunvalación, seguir por Jinámar y salvar lo que presuponía era el origen del atasco, a la altura de La Mareta, como en el 90% de las veces.

Iluso de mí. Por Lomo Cementerio me estaba esperando otra vez. Solución. Me escapo por un atajo que conocemos unos cuantos. Por El Caracol. Lo cruzo y llego a la circunvalación y, oh, sorpresa, está despejada. Un espejismo. La caravana ya es una pesadilla en mi vida. Me acosa. Se me aparece otra vez cuando conduzco paralelo al parque de San Juan, en la misma circunvalación. Mal rollo, pensé. Quería usar la carretera vieja a Jinámar y desembocar en la GC-1 por Piedra Santa (justo después de la potabilizadora). Está visto, deduzco, que muchos habrán pensado lo mismo. Nada. Descartado.

Busco una alternativa. Bajo por la carretera de La Pardilla. Con la misma, el accidente, que yo ubicaba en La Mareta, se produjo antes del enlace de esta vía con la GC-1. Craso error. Fue en Las Terrazas. Llegué a la rotonda de Macro y... hecatombe. Atascazo. Esta vez no veía salidas. Todo era una cola. Por arriba, por abajo. Coches y coches. Solución. Me rindo. Desisto. Me olvido de la redacción y me quedo en Telde. Siento un alivio pasajero. Otro espejismo. Después de un rato me fugo por el vial costero. Ingenuo. Cola en la Avenida del Cabildo. La rotonda del Drago estaba colapsada. Bueno, sigo en dirección sur. Buscaré otra subida a Telde. Descarto la de la carretera de Melenara. Esa es otra jaula. Y acabo entrando por Las Huesas y subiendo por Lomo los Frailes y El Caracol, otro atajo. Llego a la circunvalación, pero ya se había contagiado.

En fin, una hora gastando gasoil, tiempo y salud. Yo no sé cuál es la solución. Si tren, globo o submarino. Pero más carreteras y coches, no, por favor.

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