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Teoría del bloqueo

«Dicho de otra manera, la política tal y como se ha establecido en las últimas décadas en España, no puede entorpecer, dificultar o hundir más a los españoles»

Jueves, 1 de enero 1970

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Tergiversar de forma maniquea el resultado electoral es una costumbre muy española que se une a la escasa cultura de pactos o coaliciones. Por eso se ha impuesto la idea de bloqueo, porque en el subconsciente político sigue empujando dos ideas erróneas, el pensar en clave de política en bloques y la del derecho a gobernar por ganar. Los bloques, en política, no dejan de ser coyunturales, pragmáticos. Los ideológicos, son ineludibles, están ahí, pero deberían ser lo suficientemente flexibles, como la sociedad que los impulsa, para situarse por debajo de los intereses reales del país.

Los españoles han hablado varias veces en las urnas y han dicho lo mismo: hay que entenderse para gobernar. Pero esta realidad se soslaya por la política de bloques. Los de derechas y de izquierdas sufrieron un gran revés la noche electoral cuando se percataron de que ninguno tenía suficiente fuerza para gobernar con cierta comodidad. La derecha estaba desolada. Hundido Ciudadanos, Vox crecida y el PP sin margen para nada. En 24 horas se armó un pacto de izquierdas no exento de dificultades por las hipotecas que impone a Pedro Sánchez, especialmente los independentistas.

El resultado de la política de bloques no es otro, una vez más, que el bloqueo. Es lo más cómodo, lo que satisface el maniqueismo que impera en la política Española después de la Transición, la cultura típica, pero no es lo más que satisface el interés general en esta retorcida coyuntura. Ejemplos en la Europa democrática los hay, mucho muy potentes, intensos, pero cuyos únicos beneficiados han sido los ciudadanos.

Pedro Sánchez ganó las elecciones, pero eso no basta. Tiene que conformar la mayoría que se lo permita. A él le toca, y así lo ha hecho, tomar la iniciativa y si lo hace desde la izquierda, con Podemos y la abstención de los independentistas, debe hacerlo sin la menor carga posible para todos los españoles y eso pasa por contar con otras fuerzas políticas del margen derecho que también debe estar a las verdes cuando toca.

Aún así, hay que decir que el foco no puede seguir estando aquí, en el mismo bucle de los bloques, habría que reorientarlo hacia el «bloque» de problemas comunes que tiene España, que no son pocos y graves. La relentización de la economía, que puede derivar en otra crisis; las consecuencias de la misma, el paro, el futuro de las pensiones; el independentismo y su deriva; el futuro de la Unión Europea, agravado con el Brexit, y alguno más como la educación o la financiación de las comunidades autónomas, son algunos de estos focos que debería aglutinar la voluntad para superar la política de bloques.

Sea como sea España necesita ya un gobierno estable que elabore y apruebe unos presupuestos, que dé confianza a los españoles para superar estos problemas. Desde esta perspectiva no cabe otra opción que superar la política de bloques y aglutinar voluntades para superar la cansina canción del bloqueo y las hipotecas en las que podemos vernos sumidos por parte de quien sí quiere, desde el más puro egoísmo, salvarse solo. Dicho de otra manera, la política tal y como se ha establecido en las últimas décadas en España, no puede entorpecer, dificultar o hundir más a los españoles, todo lo contrario.

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