Sin sorpresas

Después de un golpe de efecto, la confirmación de que Torres no es dado a las sorpresas. Bastante tiene con las que le surgen de vez en cuando... Así puede resumirse el inicio del debate de la nacionalidad, que tiene entretenidos durante tres días a sus señorías en un Parlamento más lleno de lo que deseaba la Mesa: después de todo, si en una sesión ordinaria es posible que quepan los 70 parlamentarios, ¿por qué no iban a hacerlo en un debate como este? Porque ya se sabe que el problema no eran 70 hombres y mujeres, si no el ejército de viceconsejeros, directores generales, jefes de prensa, asesores, gerentes de empresas públicas y personal variopinto que suele aparecer por el Parlamento como estas.

¿El golpe de efecto? Haber conseguido que el debate empezara con un aplauso unánime de sus señorías. Fue ante las palabras del presidente Torres para reconocer el esfuerzo realizado por la Cámara, así como que el diálogo había prevalecido entre instituciones y partidos, algo muy diferente a lo que en este año de pandemia hemos visto en el Congreso y en otros parlamentos. Se ve que a los diputados les gustó el elogio y acabaron poniéndose todos en pie.

A continuación vino lo que se esperaba: un discurso que reconoció la gravedad de la situación que atraviesa el archipiélago. Pero poniendo en valor la respuesta del sector público y las decisiones y actuaciones de su Gobierno.

Estuvo Torres especialmente firme en materia migratoria. ¡Qué menos! Defender la caótica gestión del Gobierno central es imposible y como muestra el último botón: mientras en Canarias se quejan los inmigrantes de cómo son atendidos, va la número dos del Ministerio de Escrivá y deja el cargo para irse con Gabilondo a pelear por la plaza madrileña. Suerte para ella y ojalá lo haga mejor con los inmigrantes llegados a las islas y que tanto cuesta derivar a Madrid...

Luego, tras el discurso de Torres llegó también lo previsible: CC, PP y Cs instalados en la crítica. Tenían que compensar el aplauso inicial y esto también iba en el guion.Lo que sorprendió, por aquello de chirriar sin necesidad, fue el tono y las formas en la intervención de Australia Navarro. Siendo benévolos, todos tenemos derecho a un mal día y Navarro eligió el de ayer. Le sobraron las descalificaciones, le sobró teatralización, le sobró el catálogo de reproches extemporáneos y le sobró, en resumen, articular una intervención en un debate de tanto calado a partir de una frase sacada de una entrevista.