Sin respeto no hay presente ni futuro
Ayer informaba el sindicato ANPE Canarias que el Defensor del Profesor había denunciado un «repunte» de las agresiones a docentes en las Islas Canarias al registrar 168 casos durante el curso pasado, lo que supone 21 más que el año anterior, cuando hubo 147. Estos datos solo vienen a confirmar una dinámica peligrosa que es la pérdida de valores del alumnado –y de la sociedad en general– y el respeto a la autoridad de los profesores en las aulas.
Ahora son más frecuentes las denuncias por agresiones de alumnos a profesores que las quejas contrarias y las cifras son altamente preocupantes. De los 168 casos de agresiones perpetradas durante el curso pasado, 81 tuvieron lugar en la provincia de Santa Cruz de Tenerife y 87 en Las Palmas. Y todo ello aderezado con la connivencia de un entorno familiar que no pone cartas en el asunto de forma contundente para que actuaciones de este tipo no vuelvan a ocurrir con sus hijos como protagonistas.
Es penosa la falta de respeto que se puede palpar día a día hacia quienes ejercen su trabajo por el bien de la sociedad y en ámbitos como el de la educación, incluso es más notorio el especial protagonismo que han adquirido en los últimos años las conductas agresivas a través de las redes sociales –ciberacoso–, según denuncian los propios sindicatos, y las acusaciones falsas a docentes protagonizadas por familiares, que malcrían en vez de educar a los escolares. En Canarias hubo el pasado curso cuatro casos de agresiones de familiares a docentes, siete de acosos y amenazas y 26 de denuncias falsas de los padres. Y si vamos más allá de la violencia física, la llegada a nuestras vidas de las redes sociales ha creado un foro que los inconscientes usan para difamar y humillar a los encargados de impartir conocimientos. Según ANPE, en este último año han crecido sobremanera los casos de desconsideración hacia profesores vía Facebook o WhatsApp.
A mí siempre me inculcaron que el respeto no solo es «muy bonito» sino que se trata de una de las herramientas básicas para el correcto funcionamiento de una sociedad ordenada. No solo hay que respetar al profesor que se desloma día a día para que sus alumnos se conviertan en personas con futuro, sino también a colectivos como el sanitario que se encarga de cuidarnos día a día o a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que nos protegen, aunque en enclaves como Cataluña desgraciadamente en los últimos tiempos se puso de moda el ataque a la autoridad.
El respeto es educación y valores, y esta sociedad precisa de estos ingredientes que están en peligro de extinción.