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Sicarios...

Cuentos Chinos. «¿Tan fácil parece acabar con la vida de alguien?» Francisco José Fajardo

Viernes, 20 de abril 2018, 02:51

Según la Real Academia Española, sicario significa asesino asalariado, alguien que comete el peor de los crímenes que es acabar con la vida de un ser humano a cambio de dinero. Una definición que se puso muy de moda en la época en la que el rey del mundo de las drogas era el colombiano Pablo Escobar, quien tenía a sus órdenes a un ejército de estos matones para acometer tantos crímenes como a él le daba la real gana. Todo ello sin importarle lo más menos color, edad, condición o si la víctima dejaría atrás una familia o no. Simplemente, era un enemigo, y a estos, «plata o plomo», repetía como lema de vida.

Pero Pablo Escobar sembró su estado de horror entre los años 80 y diciembre de 93, cuando fue acribillado por las fuerzas del orden a las que el capo diezmó gracias al eficaz y macabro buen hacer de sus sicarios. Eran otros tiempos, en los que las vidas parecía que valían menos y, sobre todo, en los mal llamados países alejados del primer mundo...

Ahora las cosas han cambiado para bien, en una sociedad en la que hay más seguridad, mejores leyes y la delincuencia no hace la justicia por su cuenta, al menos es la tónica general, pero en la última semana han saltado a la luz pública dos noticias que dan que pensar, y mucho.

Primero el asesinato de un empresario tinerfeño a manos de dos presuntos sicarios, dos profesionales de las armas de fuego que acribillaron a plomo a este sujeto a las puertas de la Escuela de Idiomas de La Verdellada, en La Laguna. Así, sin más, a sangre fría y delante de quien se encontrase en ese momento en el lugar de los hechos. Y para poner el broche de oro al trabajo, estos asesinos a sueldo quemaron el coche que usaron para matar y así no dejar su rastro. Todo esto en Tenerife, ahí al lado...

Por menos Netflix ha hecho una producción y no se puede vivir ajeno a este suceso. ¿Tan fácil parece acabar con la vida de alguien? Pues parece que muy complicado no es y más cuando CANARIAS7 desveló que un grancanario había contactado con un sicario para que «hiciera un trabajo», es decir, presuntamente acabar con la vida de su expareja. Y todo ello por el módico precio de 5.000 euros. Un asesino asalariado que trasladó al acusado su felicidad de que el encargo fuese en Las Palmas de Gran Canaria porque así se daría «un paseo por la playa de Las Canteras».

Es triste y a la vez da miedo. ¿Hacia dónde vamos?

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