Septiembre, Los Sabandeños, La Laguna
Santiago Pérez
La Laguna
Jueves, 4 de septiembre 2025, 12:56
A una parte de los laguneros de mi generación nos resulta imposible disociar la trayectoria de Los SABANDEÑOS de nuestra propia singladura vital.
Estuve, con ... apenas doce años, en la presentación del Grupo en El Ateneo. Mi padre me dijo que fuera porque me iba a gustar. Y fui.
Me impactaron el retumbo de las chácaras y la sonoridad del contrabajo. Si hubiera podido ponerle palabras a la sensación que le produjo a un niño familiarizado con la música popular canaria, habría dicho como García Márquez en «Del amor y de otros demonios» que me «despertó nostalgias olvidadas», nostalgias ancestrales. Fue un torrente inconfundible de melodías, voces, cuerdas y percusión que se convirtió para siempre en identidad sabandeña.
Los Sabandeños le pusieron música a nuestros recuerdos de infancia, a nuestras vivencias amorosas, a nuestro apego a nuestra naturaleza nativa, a nuestras nacientes inquietudes políticas. Sus canciones fueron para siempre banda sonora de nuestra existencia, con ese poder evocador que tienen para devolvernos de inmediato a los acontecimientos que vivimos mientras las escuchábamos y nos envolvían.
Para mí fue un punto y aparte la aparición del primer LP de música popular latinoamericana, sobre todo argentina. Me veo chango en el patio jugar..mi perro allá arriba inmóvil viendo la tarde crecer.. eran valientes cuyanos los sesenta granaderos..de terciopelo negro guambrita ¡ay! traigo cortina..Padre Río tus escamas de oro vivo..allá en los cañaverales, cuando la tarde viene llegando...Fue amor a primera vista y para siempre. Era allá por 1970.
De los festivales de septiembre, por los que pasaron figuras legendarias de la música argentina y venezolana -pero no sólo-, permítanme dos recuerdos.
11 de septiembre de 1973. Antiguo Cine Parque Victoria, calle Heraclio Sánchez. En aquella época el Festival Sabandeño se celebraba primero en la Plaza del Adelantado y, dos o tres días después, en el Teatro Leal o en el Parque Victoria. De repente, un Elfidio visiblemente afectado se dirige al público para informarnos de que en aquellos mismos momentos (de noche en Canarias, de buena mañana en Santiago de Chile) la aviación chilena estaba bombardeando el Palacio de La Moneda, residencia oficial del presidente Salvador Allende. Se desencadenaba el Golpe de Estado que truncó sangrientamente una de las experiencias más esperanzadoras de la historia de Latinoamérica: «…libertades que nunca tuvimos, aunque de ellas hablaron también» decía el Valsito de la Unidad Popular. La tragedia que se desencadenaba quedó expresada en las palabras, el tono y la expresión de Elfidio. Al contarlo ahora es como si lo estuviera viendo.
Septiembre de 1975, Plaza de Abajo. El escenario estaba apoyado en la pared de la Iglesia de las «Monjas Catalinas». Un mes antes, el BOE de la Dictadura había publicado un Decreto-Ley, con la excusa de reprimir a ETA y a otros grupos dispuestos a practicar la violencia contra el Régimen, para desbrozar el terreno de cualquier oposición antifranquista consecuente, ante la irreversible decadencia física del General. Una de las actividades que el Decreto Ley reprimía era la de criticar al propio Decreto. Y habilitaba a los pistoleros de la Brigada Político Social a someter durante diez días a interrogatorios de Matute y sus secuaces, antes de pasar a disposición judicial, a los detenidos en aplicación de aquel Decreto Ley. Era un panorama aterrador.
Cuando Elfidio anunció «con esta canción nos despedimos» un aguacero de panfletos contra el Decreto Ley lanzados desde todas las esquinas inundó la Plaza. Llegaron hasta el asiento del Gobernador Civil. Era una diatriba redactada con toda seguridad por Julián Ayala y Andrés Doreste que llevábamos repartiendo más de una semana los militantes de Oposición de Izquierdas, el único grupo de estas Islas que se arriesgó a realizar un análisis de lo que suponía aquel Decreto-Ley. Allí estábamos Rafa Abreu, Pancho López Molina, Javier Díaz García-Crosa, Fernando Junco, Juan Leston, Juan Ramón Medina… y algunos otros compañeros que las brumas del tiempo ya me ocultan. Después vino la reacción del Gobernador y sus esbirros. Fue hace 50 años exactamente. Pero esa es otra historia.
Fue el septiembre de los últimos fusilamientos del franquismo que desataron una ola de protesta en toda Europa. El Festival Sabandeño era un espacio de Libertad que conducía y arrostraba Elfidio, en aquellos tiempos en los que una Dictadura decrépita políticamente, pero intacta en su voluntad y sus aparatos represivos, se rearmaba para intentar perpetuarse.
Vivirlo para contarlo.
Mi homenaje en este septiembre a todos los sabandeños, a los que fueron y a los que son, muchos de los cuales ya son leyenda de nuestra música popular y a los que tuve la imborrable experiencia de acompañar en los ensayos, en los escenarios arropados con la manta esperancera, en los viajes, bromas, veladas y parrandas.Y mi Felicitación a Elfidio por sus recién cumplidos 90 años.
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