Macron, un presidente impopular, con una mayoría relativa que podía aguantar tres años acordando con los partidos del arco republicano, coloca a Francia en el caos. La 'chienlit' (el desastre) no se disuelve sino que aumenta con los resultados del día 30. La confrontación de los extremismos inunda la política gala, asentando la implantación lepenista de Reagrupación Nacional (RN) frente a una 'macronía' difunta.
Tras las calamitosas europeas de 9 de junio, Emmanuel Macron disuelve la Asamblea Nacional con la sangre fría del jugador que sube las apuestas. «Devolver la palabra a los franceses: clarificación». El jefe del Estado pretendía mantener el control de la agenda despreciando los peligros acometidos con su decisión.
Una aplastante participación del 70 % del electorado subraya en mayor medida la derrota del presidente. Su 20% es el tercer puesto, ligeramente mejorado, vista la excelsa entrega del actual y los anteriores primeros ministros, Gabriel Attal, Elisabeth Borne y Édouard Philippe. Le pidieron su desaparición de la campaña; se eliminó su nombre y figura de la propaganda; ni por esas, la verticalidad de Macron ha decaído. Su alocución sobre una posible «guerra civil» queda en los anales de brutalización de Jean-Luc Mélenchon. ¿Qué estrategia disponen ahora los reputados consejeros del Elíseo?
El presidente necesita una mayoría viable en la Asamblea para gobernar Francia. El próximo domingo, los franceses deciden qué composición acompañará a Macron hasta el final de su segundo quinquenato.
Desde las legislativas de 1983, primer éxito de la extrema derecha después de la guerra, los partidos del arco republicano se plantean el mismo problema: ¿cómo contener al entonces Frente Nacional, hoy Reagrupación Nacional? Jean-Marie Le Pen se recogía ante la tumba de Pétain; su hija Marine y el joven Bardella se apropian de De Gaulle. No solo pervierten al general, sino que expresan hasta dónde llega la banalización de sus ideas, la 'normalización' de su partido.
Medidas anticonstitucionales como la preferencia nacional, la exclusión de los binacionales de puestos sensibles en la Administración, la eliminación de la ciudadanía por nacimiento en suelo francés, la discriminación en los derechos sanitarios, educativos, alojamientos, ayudas sociales según el origen son las ideas-fuerza de Reagrupación Nacional. Propuestas sin rubor, en mítines y en los medios por el pretendiente a primer ministro en régimen de cohabitación, Jordan Bardella.
El fracaso de las élites para construir soluciones convincentes a los problemas que derivan de la mundialización ha aumentado el rechazo hacia los dirigentes políticos y hacia la inmigración, percibida como causa principal del abandono de amplias capas sociales. Surge el racismo con toda virulencia y Reagrupación Nacional lo aprovecha.
Pero la inmigración no revela únicamente temas identitarios, también una situación social de los electores. Personas para las que la inmigración es sintomática de una decadencia del país, del desarrollo de deslealtades en lo profesional o en el acceso a los servicios públicos. El veneno de las comparaciones entre naturales y 'advenedizos' incrementa el sentimiento de injusticia social y fiscal, y este se consuma en las urnas.
Múltiples trabajos vienen analizando la naturaleza del malestar social francés. Cuando las actuaciones políticas se dirigen a la gran miseria, atienden a medias estadísticas y organizan las administraciones según estudios de mercado, se multiplican las condiciones para olvidar las miserias cotidianas. Las reales, según el votante.
Desde la crisis de los 'chalecos amarillos', las quejas de los franceses refieren muy serias desigualdades sociales. Se percibe descuido hacia las ciudades de provincia, hacia las zonas rurales, las desindustrializadas; una dejadez que los ciudadanos transforman en cólera ante la prosperidad en las capitales. El discurso de RN cala bien entre los desamparados que ven cerrar estaciones de tren, hospitales, farmacias, escuelas, panaderías…
Luc Rouban, en 'La verdadera victoria de RN' (2022), anticipaba una generalización sociológica del voto para Reagrupación Nacional. Exceptuando algunas grandes concentraciones, el apoyo llega en cabeza por todas partes. La extensión afecta a las clases medias y altas, directivos incluidos, a antiguos votantes de centro izquierda, a los mayores en busca de seguridad. «Esta generalización traduce un malestar social profundo que traspasa ampliamente la cuestión de la xenofobia y del racismo que caracterizaba al Frente Nacional».
Recuperar el valor de uno mismo en el mercado de trabajo, asegurar el bienestar de la familia hasta fin de mes, disponer de la proximidad y eficacia del aparato del Estado en el ejercicio de sus funciones devuelve la esperanza en la república sin miedo a la sociedad de los iguales.
La desconfianza en la capacidad de las estructuras estatales para cambiar la realidad cotidiana es el verdadero fracaso de Macron.
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