No es fácil ordenar los recuerdos que aturullan la cabeza cuando se produce la despedida de un referente vital personal. Más cuando con Jerónimo compartía tres facetas que, como un diagrama de Venn, interseccionan y forman un núcleo sólido, interior, definitorio: la Universidad (fue profesor y Decano), la Militancia socialista y la Música.
Amigo, guía, mentor y Maestro, El Jefe, como algunos y algunas nos referíamos a él con una mezcla de cariño y reverencia, siempre estaba ahí. Ya fuese para analizar un movimiento político con esa finezza gatopardiana que vamos a echar mucho de menos, como para celebrar la vuelta de tuerca que, en cada representación de Carmen, le daba a la Habanera nuestra sopranísima Nancy Fabiola Herrera. Un todo terreno que abarcaba ampliamente el espectro de la vida y las vidas y de quien nunca conocimos el límite, acaso no lo tuviera. Ese es nuestro Jerónimo privado.
Quienes somos de alguna generación más joven y empezamos a dar nuestros primeros pasos en política en el PSOE canario de aquellos 90 gracias a él (recuerdo unos cuantos nombres de mi quinta) atesoramos miles de anécdotas y vivencias con Jerónimo (he de decir que alguna de ellas muy dura porque El Jefe también sabía usar su carácter en caso necesario). Y es muy difícil seleccionarlas. Yo, modestamente, les ofrezco dos, muy personales, que subrayan su proyección mucho más allá de nuestros límites archipielágicos.
En 2009, siendo él alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y el que esto escribe consejero de Turismo del Cabildo de Gran Canaria, organizamos la promoción turística de la ciudad aprovechando el 140 aniversario de la Opera de Viena, en la Herbert von Karajan Platz de la capital austriaca. El mismo día de la presentación en Viena, el consejero cultural de la embajada nos invitó a almorzar en la sede de la agregaduría, en la Argentinierstrasse, en un edificio neoclásico a tiro de piedra de Belvedere. No bien puso un pie Jerónimo en su umbral, fue un continuo recital de datos, fechas, estilos, procedencias, de cada pintura, mueble, objeto decorativo e incluso cubierto sobre la mesa que estuvieran a la vista, Y, si, también algún comentario socarrón en plan «esto antes no estaba aquí», que dejaron patidifuso al consejero cultural (no les quiero contar a mí) y que, claro, marcó el contorno de poder en el que se desarrolló el almuerzo y la posterior sobremesa. Nos reímos mucho.
La segunda anécdota tiene significado 'por alcance'. En 2010 mi viceconsejero Peri Godoy y un servidor estábamos empeñados en conseguir que el vuelo de South African Airways Johannesburgo-JFK cambiara su escala de Dakar a Gran Canaria y para ello, y con la bendición del entonces secretario de Estado de Turismo, Joan Mesquida, tuve una reunión relámpago con la directiva de la compañía aérea en Johannesburgo, tras la cual debía reportar resultados al embajador de España - por aquello de la coordinación institucional. Así que, obediente por naturaleza, tuvimos un encuentro vespertino con él (iba también Marta Cantero, en aquel momento nuestra responsable de prensa) y lo primero que inquirió el embajador, antes incluso de saludar, entrecomillo, fue «¿Qué tal está Jerónimo? ¡Ah! ¡Qué gran Ministro fue!». Y en aquella velada otoñal austral, South African Airways pasó a segundo plano empalidecida por el relato de la excelente labor ministerial de nuestro Jerónimo. Allá donde fueras, Jerónimo ya había estado, directa o indirectamente (y no me refiero únicamente a lugares geográficos). Ese era nuestro Jerónimo privado.
Salzburgo no va a ser lo mismo si ti, Maestro.
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