El régimen del 78

Todo es adaptarse. Y el que no lo haga, se queda fuera. ¿Pero cómo se adapta una sala de cine? Los hábitos cambian, son implacables: en ocasiones dejan margen de maniobra, otras no. Los trabajadores de los astilleros víctimas de la reconversión industrial, ¿cómo lo hicieron a partir de la mediana edad? La película 'Los lunes al sol' (2002) retrató aquel drama, entonces no había crisis de envergadura como la de 2008 y la actual, y ya estaban sufriendo esos personajes, ese grupo coral, tan humano que atrapaba la emoción del espectador. Asistimos a una loca carrera para prepararse de cara a 2021 y el mundo que viene, que será otro.

Las cabeceras conservadoras y liberales editadas en Madrid se alarman por la denominada 'ley Celaá' porque empodera la educación vehicular en catalán y euskera. Claro, es que España es plurinacional y hay identidades diversas que más vale que se entiendan o esto se habrá acabado. ¿O es que acaso los militares van a fusilar a los algo más de dos millones de independentistas catalanes? Una Guerra Civil y largas décadas de dictadura no finiquitaron el catalanismo, cuando llegó la Transición uno de los principales problemas era qué hacer con la cuestión catalana. Estaba latente, volvió a asomar. De nada valió tanta violencia y represión franquista. El callejón ideológico de la derecha tropieza, una y otra vez, con la impotencia de una España imperial (cuna de conquistadores, jalean con orgullo patriotero) que nunca cuajó en Estado-nación.

Para José Ortega y Gasset el asunto catalán no tenía solución, había que conllevarlo. Su discurso en el Parlamento a cuenta del debate del primer Estatuto de Autonomía de Cataluña durante la Segunda República, es una joya a leer. El inconveniente es que lo han enquistado tanto que quizá ya ni se pueda conllevar. Y eso que conllevar no deja de ser un mal acuerdo: ¿se imaginan una pareja obligada a conllevarse conviviendo dentro de un mismo piso? Pero en Madrid siguen dándole hilo a la cometa mientras los salvapatrias se inyectan dosis de adrenalina militarista para incendiar a la sociedad. Están en la reserva o retirados y, con todo, hasta el otro día estaban en activo. Por eso fue una Transición, no hubo ruptura como en Portugal. Estamos pagando el no haber depurado los aparatos policiales, militares y la judicatura cuando tocó hacerlo. Santiago Carrillo y el PCE aceptaron las condiciones del monarca, había hambre de legalizarse y hacer política. Ruido de sables.

Adolfo Suárez era el encargado de ejecutar la faena, luego Juan Carlos I le dio de lado cuando olfateó la victoria de los socialistas. Y antes el PSOE concurrió a las urnas dopado financieramente por la socialdemocracia alemana, eran los tiempos de la Guerra Fría. En una escena del largometraje 'Operación Ogro' (1979), del director Gillo Pontecorvo, se visualiza un maestro de la dictadura propinando leñazos en las manos a unos niños que reivindican que son vascos pero él sentencia que esta es una escuela española y que solo se habla español. Los alumnos siguen defendiendo su identidad, su sentimiento, y el profesor les sigue porreando. ¿Esa es la receta de los opuestos a la 'ley Celaá'? Eso sí, si el colegio es en inglés y de pago, no hay problema, se acepta en la meseta; es muy 'cool'. Y ayer sale Alberto Núñez Feijóo en prensa afirmando: «Lo que está en cuestión no es la monarquía, sino la unidad de España». ¡Abracadabra! Por eso la Transición fue, en realidad, la reposición de la monarquía. La implementación de la Segunda Restauración. Más vale que las derechas lo encaren con otro ánimo, no vaya a ser que blindar al rey al precio que sea invalide un arreglo y todo se vaya al garete. No sería la primera vez.