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Reflexión obligada

Reflexión obligada

A cara descubierta ·

Los últimos asesinatos de menores de edad por jóvenes y el parricidio de Elche nos tiene que llevar a reflexionar y analizar qué estamos haciendo mal a todos los niveles: familias, centros educativos y administraciones

Silvia Fernández

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 18 de febrero 2022, 07:15

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El asesinato en una sola semana de dos chicas menores de edad por jóvenes, más el parricidio hace unos días en Elche nos obligan a hacer una reflexión sobre lo que está sucediendo en esta sociedad para tratar de averiguar qué está fallando. Los tres casos antes mencionados tienen causas y motivaciones distintas pero en cualquier caso hay una cosa clara y es que lo estamos haciendo muy mal a nivel familias, centros educativos y administraciones. En algún momento cogimos la dirección equivocada en lo que a educación de los más pequeños se refiere y hoy, lo que vivimos, es el resultado.

La sociedad española ha avanzado muchísimo a nivel económico y social en los últimos 25-30 años. Ha aumentado de forma sustancial nuestra calidad de vida, nuestras infraestructuras se han modernizado y las ciudades se han hecho accesibles. Somos además más inclusivos y digitales pero en esa transformación hemos dejado atrás aspectos clave como el respeto. Respeto a los profesores, respeto a los mayores, respeto a las chicas, respeto a los iguales, respeto a los padres...

No sé si porque hoy se tienen menos hijos, los que se tienen son a mayores edades o que a la hora de educar prevalece el sentimiento de culpa que genera el no poder estar con ellos el tiempo que se merecen por el vertiginoso ritmo que llevamos en el día a día (sin tiempo casi para respirar) pero la cosa es que cada vez les ponemos menos límites y así crecen, creyendo que, al igual que hacen en sus casas, pueden hacer lo que les venga en gana sin que haya consecuencias. Tampoco aceptan un 'no' como respuesta. A todo esto, sumémosle redes sociales, consumo de contenidos digitales sin control, enganche a videojuegos, drogas, alcohol..., confusión entre el control y el amor y tenemos el coctel perfecto.

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