Del goro al balancón: la transformación silenciosa de Maspalomas
Raúl García Brink
Consejero de Medio Ambiente, Clima, Energía y Conocimiento del Cabildo de Gran Canaria
Sábado, 9 de agosto 2025, 23:40
Recuerdo cuando, siendo niño, fuimos con el colegio a limpiar las Dunas de Maspalomas en el marco de la campaña 'Canario, cuida tus playas'. Aún ... conservo la imagen de la arena salpicada de latas, bolsas, colillas y plásticos. Aquel paisaje, más cercano al abandono que a la postal, marcó una primera toma de conciencia sobre lo vulnerable que puede llegar a ser un lugar extraordinario si se lo deja a merced del descuido.
Hubo un tiempo en que las dunas estaban llenas de goros hechos con piedras y ramas, construidos para refugiarse del sol. Un gesto aparentemente inofensivo, pero que dañaba la vegetación y alteraba un ecosistema único. A eso se sumaban los senderos improvisados, la basura dispersa y la presencia de especies invasoras. Todo formaba parte de un uso desordenado, muchas veces inconsciente, del espacio.
Pero hoy el panorama es distinto. No ha sido fruto de discursos grandilocuentes ni de acciones llamativas, sino de un trabajo constante, técnico y riguroso. El proyecto MASDUNAS ha sido clave en ese cambio. Se han retirado más de 460 goros ilegales, se han instalado captadores eólicos para recuperar la dinámica natural de la arena, y se han plantado más de mil balancones, una especie autóctona que crece de nuevo donde antes solo había erosión. Gracias a ello, su población ha aumentado un 75 % respecto a 1961, y ya empiezan a formarse nuevas dunas embrionarias.
Hay señales que confirman que vamos por el buen camino. La reaparición del hongo Psathyrella ammophila y del saltamontes endémico Dericorys minutus, que no se avistaba desde 1949, confirma que el ecosistema está respondiendo positivamente a las actuaciones de restauración. Un indicador natural que no entiende de titulares, pero sí de condiciones reales.
Mientras tanto, la restauración de la Charca de Maspalomas sigue avanzando. Se eliminan especies invasoras, se reintroduce vegetación autóctona y se colocan islas flotantes para proteger la avifauna. Todo ello con respaldo científico de la ULPGC y la ULL, apoyo europeo, participación ciudadana y un compromiso local firme.
Nada de esto es sencillo. Maspalomas no es un espacio natural aislado y alejado del mundo. Está rodeado de hoteles, avenidas comerciales y millones de visitantes cada año. Y precisamente por eso, lo que aquí se logra tiene aún más mérito. Hacer compatible conservación y actividad económica no es solo una aspiración: es una necesidad que exige planificación, innovación y voluntad política sostenida en el tiempo.
En esa línea, la tecnología se ha convertido en una aliada. El proyecto Impulsa Maspalomas, impulsado por el Cabildo, el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y el Consorcio de Maspalomas, ya está en marcha e incluye:
-Sensores ambientales y de afluencia conectados a una plataforma inteligente.
-Cámaras térmicas no invasivas que permiten conocer patrones de uso sin vulnerar la privacidad.
-Tótems solares, paneles informativos en varios idiomas, postes SOS y contenidos divulgativos.
-Papeleras compactadoras inteligentes para reforzar la limpieza en las zonas más transitadas.
-Sombras fotovoltaicas con puntos de recarga para vehículos eléctricos, alumbrado eficiente y carriles bici en el entorno.
Todo ello contribuye no solo a una experiencia turística más sostenible, sino también a reforzar la vigilancia y garantizar el cumplimiento de las normas de conservación.
Hoy, las Dunas de Maspalomas cuentan con más agentes asignados que algunos parques nacionales en Canarias. Y sin embargo, eso por sí solo no basta. Por muchos recursos que se destinen, no es posible cambiar de forma inmediata comportamientos instalados durante décadas, ni frenar modas recientes como la de adentrarse en zonas protegidas para sacarse una foto impactante.
Por eso es esencial trabajar en la raíz del problema: la concienciación. Y en ese terreno, campañas como 'Tu mirada, la única huella' son herramientas imprescindibles. No basta con informar: hay que emocionar, implicar, conectar. Esta campaña nos recuerda que mirar sin alterar es también una forma de amar el paisaje. Que dejar huella no significa dañar, sino recordar. Que lo valioso de Maspalomas no necesita ser manipulado para ser inolvidable.
Cambiar conductas implica cambiar mentalidades, y eso solo se logra con educación, ejemplo y constancia. Como responsables públicos, debemos sumar esfuerzos, más allá de colores políticos, en ese llamamiento colectivo a la responsabilidad ambiental. No solo aquí, sino allá donde pongamos un pie.
Y también debemos decirlo claramente: no podemos permitir que un espacio natural tan frágil y valioso se convierta en un arma arrojadiza en la confrontación política. Las Dunas no pertenecen a un gobierno ni a un partido. Pertenecen a toda la ciudadanía. Y su conservación debe ser una prioridad compartida, no un campo de batalla partidista.
¿Queda trabajo? Por supuesto. Esto no va de vender triunfos, sino de reconocer avances sin caer en la autocomplacencia. Los balancones crecen. Las aves regresan. Y el sistema dunar comienza a recomponerse. No por azar, sino por decisiones, esfuerzo colectivo y voluntad política.
Gran Canaria está actuando. Y Maspalomas, poco a poco, está volviendo a ser lo que nunca debió dejar de ser: un espacio vivo.
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