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Mariano Rajoy desperdició en 2015 una mayoría absoluta obtenida en 2011. No la estiró un segundo mandatoNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
En escasas semanas Fernando Clavijo será investido presidente. Y Manuel Domínguez será nombrado vicepresidente del Gobierno de Canarias. El pacto entre CC y PP tendrá como socios el escaño herreño y a Casimiro Curbelo. Y todo apunta que será estable hasta 2027. No hay riesgos, en principio, de una potencial moción de censura. Mar en calma para Clavijo en términos parlamentarios. Ahora bien, todo presidente que comienza una andadura aspira a prolongarla. Le ocurrió a Ángel Víctor Torres en 2019 que proclamó que estaría más de los cuatro años iniciales. También será el deseo del lagunero. Es así. Pero no depende de ellos.
La continuidad de las alianzas en Canarias a medio plazo estriba, en gran medida, de lo que ocurra en Madrid y la transformación de su sistema de partidos. Esto es, el Pacto de las Flores fue un sudoku. Y el de Clavijo y Domínguez también lo será. La caprichosa aritmética parlamentaria puede hacerlo viable como, de repente, negarlo. Estamos hablando de dos gobiernos en las islas, tanto el de 2019 como el que se constituirá en breve, compuestos de cuatro socios. Ya no son los ejecutivos de antaño entre CC y PP o entre CC y PSOE. Ese mundo se acabó.
Mariano Rajoy desperdició en 2015 una mayoría absoluta obtenida en 2011. No la estiró un segundo mandato. Desde 2011 ya no ha vuelto a producirse una mayoría absoluta. Rajoy no pudo ser algo así como Felipe González en 1982 y José María Aznar en 1996; este último cosechó la absoluta en la reelección. Dicho en plata, los largos periplos presidenciales se han finiquitado en la política estatal. Y esto, desde luego, tiene su derivada territorial en los gabinetes autonómicos.
Por lo tanto, es factible que en 2027 Clavijo y Domínguez no pudiesen repetir por la sencilla razón de que el pretendido sudoku no saliese favorable en la calculadora. Y Clavijo necesite de Torres, o el aruquense del lagunero. Quién sabe. O el mandamás del PP en Canarias de uno de los otros dos.
Si Alberto Núñez Feijóo se convierte este verano en jefe del Ejecutivo no será Rajoy en 2011. Tendrá que hipotecarse a Vox. Y si Rajoy dilapidó su mayoría absoluta en pocos años amén de la crisis y los recortes, a Feijóo le ocurrirá otro tanto a cuenta de estar en La Moncloa con la extrema derecha al tiempo que Catalunya y Euskadi retornarán a la vía del soberanismo. Por no mentar la conflictividad social y las probables huelgas generales convocadas por Comisiones Obreras y UGT. Los sindicatos de clase estarán al acecho. Este es el horizonte que le aguardaría a Feijóo. Y, aunque no lo parezca, atañe a Clavijo. El ritmo político no lo controlará CC. El mismo Torres no ha podido. La suerte de hoy mañana te puede ser adversa. No hay más. Y las estancias en el poder se reducen considerablemente. Qué lejos quedan aquellos estíos en los que González se retiraba a descansar con la única preocupación de si Nicolás Redondo, de la mano de Comisiones Obreras, le montaría una huelga general a la vuelta de las vacaciones. Todo era tan apacible, tan pausado. Lo previsible ya es del todo volátil.
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