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La duda es clara a partir de ahora. Toca soltar los perros de la guerra o es el momento de llevar a cabo un profundo ejercicio de autocrítica. La sensatez y la razón mandarían por la segunda vía. Pero desde hace mucho tiempo, se trata de dos aspectos que brillan por su ausencia entre las formaciones políticas, españolas y del resto del mundo, no nos vayamos a engañar.
Más allá de la euforia (lógica) del ganador y de la tristeza (también lógica) del perdedor, lo que cada una de las fuerzas políticas que aspiraban al trono en las elecciones de este domingo debería llevar a cabo no es un simple análisis de los votos en las distintas mesas electorales. Eso es evidente. Ante la realidad que ha deparado la jornada, lo natural sería analizar cómo se ha llegado a esta situación, para bien o para mal, según los intereses de cada uno. Tener la mente fría, aparcar la euforia de la victoria y el bajón de la derrota, y estudiar los pasos dados antes de este 23J en los últimos cuatro años y que han provocado que la población les abrazara o los abofeteara en las urnas.
Desgraciadamente, el camino por el que transitarán las distintas fuerzas políticas será otro bien distinto y negativo. Soltarán los perros de la guerra para destrozar al adversario. Culparán al otro de su propio fracaso, porque 'venderán' que de aquí para atrás no han cometido ni un solo error. Todo ha sido maravilloso y el problema es que la ciudadanía es estúpida y no ha entendido el mensaje. Y los ganadores, que el rival lo ha puesto fácil y ellos han tocado el cielo, fruto de un camino de rosas en el que lo han hecho todo de rechupete y por tanto el pueblo los ama profundamente.
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