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Pensionistas cabreados

Ultramar. «Sabedores de que los derechos no se conceden sino que se conquistan, volverán a la calle» Vicente Llorca

Jueves, 1 de enero 1970

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Corre por las redes sociales un tuit que dice: «En el 68 fueron los estudiantes, en el 2018 los jubilados, es decir, los mismos». Y no le falta razón, como le sobran razones a los pensionistas para andar cabreados y movilizados, sabedores, porque la experiencia es la madre de las ciencias, que los derechos no se conceden sino que se conquistan y que tragaderas las justas, de ahí que no hayan tenido reparo en alzar la voz, con lazo marrón incluido, para denunciar «la subida de mierda» de sus pensiones, que el Gobierno les anunció en una carta cuyo coste superaba el 0,25%, de incremento mensual aprobado, o lo que es lo mismo, 1,36 euros de media.

Hace poco llenaron las calles y anuncian que vuelven a la carga el próximo sábado. No están dispuestos a callar y la marea canela va a más, ocupando, con la excepción de la grandiosa, exitosa e histórica movilización de las mujeres de este jueves, el espacio que hasta hace poco invadían los jóvenes, con el 15 M por bandera, que pensaban que este país tenía arreglo y que hoy andan sumidos en el desánimo y la decepción ante la no concreción de sus expectativas.

En esta extraña época, muy rica en innovación pero pobre en progreso, como apuntó hace poco el analista Anand Giridharadas en The New York Times, los abuelos están dejando claro que andamos construyendo una sociedad que no prioriza a las personas y para ello se están valiendo de las viejas artes, la protesta en la calle, y también de las nuevas herramientas tecnológicas y así las redes sociales andan inundadas de mensajes que denuncian clamorosas desigualdades. «Pensionista, ya no hay hucha, solo deuda y nada más». «Salario mínimo: 648 euros. Dietas de comida de un diputado: 870 euros...».

Así las cosas, contemplando que desde el Gobierno se alimenta más incertidumbre a la consustancial de la vida y se dice que mejor ahorrar para lo que vendrá, la carta informativa se considera una falta de respeto, igual que las declaraciones de los acomodados Felipe González y José María Aznar, con pensiones vitalicias, por cierto, instando a prolongar la vida laboral, a que la gente se jubile más tarde, «a los 70 años para poder mantener el sistema».

Les suben un 0,25% cuando el incremento del IPC ha sido del 2%, nadie oculta que la pérdida de poder adquisitivo irá alarmantemente al alza según pasen los años y sus pensiones siguen teniendo que cotizar en el Impuesto sobre la renta de las Personas Físicas (IRPF) cuando no es un rendimiento del trabajo y, además, se generaron durante su vida laboral y con el cobro de los salarios ya fueron sometidas al IRPF, por lo que ya tributaron. ¿Entonces? En este escenario es razonable que tachen a los gobernantes de hoy de hacer gala de falta de profesionalidad, poco criterio, aventurerismo y poca imaginación.

Y entre tanto descubrimos que el Gobierno central dejó sin gastar 44 millones de euros en Dependencia, cuyos beneficiarios son, en su práctica totalidad, mayores; y Europa vuelve a advertir que, con salarios tan misérrimos, el déficit de la Seguridad Social persistirá y las pensiones, a este ritmo, serán todavía menos generosas.

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