Pendientes de Puigdemont
Primera plana ·
Puigdemont no es un independentista de aluvión sino de primera hora, ya lucía su vocación en sus tiempos de periodista y luego como alcalde de GironaHace unas semanas apunté la posible estrategia de retrasar las elecciones en Cataluña por parte de Carles Puigdemont y el soberanismo de la extinta CiU; todo ello, dado el giro inesperado de Ciudadanos (que rompió la fotografía de unidad de las derechas de la plaza de Colón de Madrid en un ejercicio de recentralización mesetaria) y el chasco de ERC con la mesa de negociación. Por un momento, todo pintaba bien para Pedro Sánchez a son de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado cuyo proyecto debe presentar antes del 30 de septiembre por mandato constitucional. Era posible si los comicios catalanes se ejecutaban pronto (se pensaba incluso en la fecha del 4 de octubre por la proximidad al histórico referéndum del 1 de octubre de 2017) pero no será así porque entonces Quim Torra tendría que haber firmado ya la disolución del Parlamento y decretar la convocatoria.
Puigdemont no es un independentista de aluvión sino de primera hora, ya lucía su vocación en sus tiempos de periodista y luego como alcalde de Girona. No es el caso de Artur Mas al que una parte del independentismo le echa en cara que se subió al tren de la desconexión con España solo cuando llegó la austeridad impuesta por Mariano Rajoy y este rechazó su propuesta de dotar a Cataluña de un cupo fiscal al estilo del vasco y navarro. Puigdemont, por lo tanto, buscará cualquier resquicio para presionar a Madrid. Quien desee hacerse con una imagen más perfilada del personaje, sugiero que se hagan con un ejemplar de su libro, en el que estoy enfrascado justo estos días leyéndolo, 'Me explico. De la investidura al exilio (2016-2017)', ronda las 700 páginas y está editado por Plaza & Janés. Hasta el momento, en lo que llevo de lectura, me quedo con la radiografía que hace de Rajoy al tratarlo en conversaciones o reuniones en Madrid; para Puigdemont, el que fuera presidente del Gobierno se ceñía tan solo a responderle que todo 'era un lío' y de ahí no se salía.
O Sánchez tiene pensada una moción de censura en Madrid que le otorgue a Ciudadanos el poder o la aprobación de las cuentas estatales no está garantizada. La votación se vivirá con el mismo dramatismo que caracterizó a la sesión de investidura en enero de 2020 que, por tan solo un voto, Sánchez superó. Por los pelos. Antes de este episodio parlamentario tocará la interposición de la censura de Vox a Sánchez al alimón de los efectos de la crisis económica en otoño.
La intención de Puigdemont y JxCat es la clásica del cuanto peor, mejor. Y, visto lo visto, es la única que funciona a tenor de los intereses que pretenden. La mesa de negociación que ERC planteó al PSOE como condición inexcusable, ha naufragado desde que Sánchez olió la opción de Ciudadanos. No obstante, Torra recuerda a La Moncloa que cuando quieran se reúnen para tratar el inequívoco orden del día: amnistía para los presos y derecho de autodeterminación. El panorama está abierto. Y Sánchez, con sobrados motivos, debe estar intranquilo.