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Si yo fuera Conrado Domínguez, me tomaría una cerveza (que aún aprieta el calor) esta noche: ha logrado, a cuenta de su nombramiento como director general del Servicio Canario de la Salud, asomar públicamente las contradicciones internas del PSOE y, de paso, su relación con Nueva Canarias. Vayamos por partes.
Por un lado, está el PSOE de Tenerife que, en su momento, apostó por Jesús Morera como consejero de Sanidad. Aunque, todo hay que decirlo, la verdad es que podían haber puesto toda la carne en el asador en pos del exconsejero para que retornase a la sede de la Consejería ubicada entre la avenida Juan XXIII y la calle Pérez del Toro de la capital grancanaria. Si Patricia Hernández y su guardia pretoriana hubiese echado un órdago a Ángel Víctor Torres, lo hubiese conseguido. Y perfil, Morera, tenía de sobra. Con todo, al final la presión quedó a medias y Torres sorteó el asunto sin mayor dificultad. Ahora resulta que no quieren a Conrado, nada nuevo bajo el sol, porque supone un premio a la sanidad privada y a Nueva Canarias. Sin embargo, actualmente Conrado ha sido puesto en el Gobierno de Canarias bajo el patrocinio del PSOE insular (entiéndase, por supuesto, el de Gran Canaria) que no solo preferiría un pacto con CC y Fernando Clavijo sino, no siendo menos, lanzó un ataque de tierra quemada contra Nueva Canarias en diferentes municipios (Telde, Santa Lucía de Tirajana, Teror, Arucas…) y que, antes o después, se repetirá con mayor virulencia. Cuando el PSOE insular justo deseaba (y desea) entenderse con el 'clavijismo', archienemigo del PSOE de Tenerife, las cosas no cuadran y se suceden las contradicciones a son de la trifulca de Conrado cuya profesionalidad nadie pone en duda cuando ya han sido varios consejeros los que han querido o pretenden contar con él. Su mérito tendrá.
Pese a todo, Torres necesita del PSOE de Tenerife o, mejor dicho, requiere de los malabarismos precisos en aras de contentar a unos y otros. Él sabe que si fuese por el PSOE insular, sus días como líder del socialismo en las islas estarían contados. Le salvó formar Gobierno. Pero le esperan en la bajadita. Por eso prefirieron no acompañarlo, de verdad, en su aventura como secretario general a la hora de conformar la Ejecutiva y refugiarse en la contienda por el PSOE insular (que resultó exitosa) desde donde, llegado el momento procesal oportuno, darían el salto al ámbito autonómico desbancando al aruquense. Si cayó Juan Fernando López Aguilar y José Miguel Pérez, cuando precisamente a ambos les respaldaron, es cuestión de tiempo, piensan, que a Torres le ocurra lo propio. Apoyas y embistes, encumbras y haces sucumbir. La táctica del doble juego.
Por eso constituye un auténtico sudoku que Conrado concentre, a la misma vez, todas estas contradicciones, más el desinterés de Podemos. El PSOE de Tenerife no lo quiere porque (aluden) está bendecido por la sanidad privada y Nueva Canarias. Pero Conrado ha sido previamente nombrado por el PSOE insular que ni quiere ver en pintura ni al PSOE de Tenerife y, desde luego, a Nueva Canarias. Y así, bombazo va, bombazo viene, se va debilitando el Pacto de las Flores…
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