Opinar sin miedo

La ecotasa turística es nuestro particular Guadiana en una tierra sin ríos. Aparece y desaparece, episodios que coinciden sobre todo con la proximidad de las campañas electorales, mientras que las desapariciones van unidas al periodo entre citas electorales. Se confirmaría así que hay partidos que entienden que la ecotasa es una perfecta bandera para captar votos y otros que dan por hecho que, si gobiernan, lo mejor es no aplicar una tasa sobre el turismo porque se puede volver en contra de quien tiene un cargo público.

Es evidente que hay otros destinos turísticos que tienen ecotasa y no parece que haya echado para atrás a los visitantes. Pero también es incuestionable que en un mercado tan competitivo como el turístico, la diferencia es un valor muy preciado. Además, el público premia cada vez más la coherencia. Lo digo porque si pedimos la aplicación de una tasa por pernoctación aferrándonos a argumentos de sostenibilidad medioambiental y después el visitante no encuentra esos parámetros sostenibles por ningún lado, pues estaremos haciendo un daño mayúsculo a la imagen del destino.

Habría, por tanto, que copiar no solo el mecanismo y la cuantía a pagar, sino también definir de entrada para qué se cobra la ecotasa y cómo se reparte: ¿entre los municipios donde se alojan los visitantes?, ¿en cada isla según lo recaudado?, ¿y quién lo gestiona?

Personalmente, creo que el debate es sano. Aplaudo por igual a Noemí Santana y a David Morales por exponer sus opiniones en la plaza mediática y hacerlo sin miedo. Creo que ahora toca hacer números, escuchar argumentos a favor y en contra, ver con serenidad lo que ha pasado en otros mercados... y finalmente decidir. Pero no tengamos miedo a debatir: el silencio de los cementerios es poco recomendable si se quiere competir.