Borrar
Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025
Macizo de Amurga. Arcadio Suárez

Onus probandi o demuéstralo tú

Esta necesidad de dar a conocer el patrimonio de forma furibunda tiene sus consecuencias, como lo ha tenido para todos aquellos parajes que se hacen virales en las redes sociales: Barranco de las Vacas, Charco Azul o el Almogarén de Amurga

Lunes, 3 de mayo 2021, 23:24

Comenta

La pandemia, con sus prohibiciones, consejos y desasosiegos varios ha destapado diversas deficiencias que tenemos como sociedad. Entre ellas la falta de inversión en conocimiento. Pero se podría ir fácilmente más allá y decir que también de forma inequívoca hemos descubierto la desconfianza existente en el saber (oficial). Este fenómeno no es nuevo y fue perfectamente descrito en 1980 por Isaac Asimov como el 'culto a la ignorancia' donde había personas que, en democracia, reclamaban que su incultura debía tener el mismo valor que el saber científico. Hoy quizás lo llamaríamos 'cuñadismo'. Claro que en tiempos de Asimov no existían las redes sociales.

Ahora el fenómeno ha crecido de forma exponencial. Solo hay que ver el número de opiniones que en diferentes programas, sistemas y soportes vemos a diario de cualquier persona medianamente conocida o que pretende serlo, sin un conocimiento profundo sobre el tema. A no ser que se entienda como formación intensa el haber leído un par de hilos en twitter, algún blog de divulgación cualquiera o que su vecino, con el que compartió el ascensor esta mañana, si que está de verdad, de la buena, informado.

Este 'culto a la ignorancia' también afecta a nuestra identidad como comunidad. Ese término tan difícil de definir y sobre todo de gestionar. Ya que por identidad, en este caso canaria, podría pasar casi cualquier cosa, o quizás nada. Todo dependerá del alcance de la difinición, el tiempo y el espacio que queramos definir. Pero básicamente estamos ante un concepto con una enorme carga subjetiva que dependerá, siempre, de nuestras coordenadas vitales.

Si es verdad que la digitalización del conocimiento ha democratizado su acceso, pero que llegue o que esté, no significa que se comprenda. Tal es así, que con cualquier software de lectura de 'pdf' y un acceso a internet puedes bajar infinidad de artículos de arqueología e historia, y sentir que estás investigando. Y quizás lo estés. Sin embargo, si no hay método, con todo lo que ello conlleva, por mínimo que sea aquel, solo incorporamos horas de lectura a nuestra experiencia vital. Lo peor llega después, cuando gritas a través de cualquier red social que hay un mar ahí afuera que se llama Mediterráneo. O peor, que ese mar que todo el mundo conocía no es realmente como lo describe la ciencia, que los datos oficiales están mal, y que tú con tu viejo portátil, sin más ayuda que los pdf bajados, y una visita el sábado por la mañana a ese lugar, quieres denunciar una conspiración que pretende subyugar bajo degeneradas y oscuras investigaciones a la población insular. Así mismo.

Además, esa nueva verdad, que descubre nuestro compulsivo amigo, descargador de archivos pdf, es irrefutable. Este investigador-divulgador-liberador de conciencias, que hace todo para el pueblo (¡no por el bienestar que le generan los likes!) inicia su cruzada a través de su red social, de liberar a toda la sociedad de la «ciencia oficial». Será aquella, la que si quiere salir airosa de tal compromiso, deberá demostrar que el intrépido investigador a tiempo parcial, cargado con carpetas de pdf, se equivoca, es decir, eludiendo la carga de la prueba, una de las falacias más típicas del antiintelectualismo.

En Canarias, trabajando por nuestro patrimonio existen diferentes organismos, instituciones y empresas. No tienen por qué estar de acuerdo en la gestión, las investigaciones y mucho menos en los resultados. Pero sí tienen en común que podrían entenderse en una discusión debido a que manejan los mismos criterios y delimitaciones del objeto de estudio y las formas de acercarse al mismo. Sin embargo, poco podríamos discutir con un terraplanista, con un negacionista sobre el covid, o aquellos que defienden la presencia de grandes civilizaciones antes de la llegada de los indígenas canarios.

Lo peor es que son legión y creciendo. Quizás serían menos, si los organismos dedicados a la investigación apartaran, al menos por un momento, la mirada de su microscopio, para ver que a su alredor hay gente que también quiere observar. Pero a la que hay que explicarle, con los mismos datos, pero con otras palabras. No hay que rebajar el contenido solo traducirlo al lenguaje y a las expectativas de aquellos que quieran escuchar. Y por otro lado, muchas instituiciones siguen viendo las redes sociales como una extensión del corcho donde poner los anuncios institucionales. No han adaptado ni el lenguaje, ni el tono ni los ritmos. Esa es la gran virtud del grupo de los 'pdf'. Comunican y llegan.

Es verdad, que existe, cierto 'postureo' digital. Muchas veces no es divulgar o dar a conocer, sino conseguir el 'like' (¡si no no insistirían en pedirlo o en que nos suscribamos a sus canales!). Esta necesidad de dar a conocer el patrimonio de forma furibunda tiene sus consecuencias, como lo ha tenido para todos aquellos parajes que se hacen virales en las redes sociales: Barranco de las Vacas, Charco Azul o el Almogarén de Amurga. Todos quieren hacerse la foto en el lugar y mostrarla. Lamentablemente no tiene la misma conciencia. Hay quienes dejan basuras o en el peor de los casos creen que es buena idea hacer un grafitti en el lugar.

La arqueología canaria siempre bebió de todas aquellas personas que apoyaban el patrimonio con sus descubrimientos fueran profesionales o no. Pero cada vez suena más la consigna ¡no digas nada! ¡Que viene el Cabildo! No se dan cuenta de que su silencio los hace cómplices de su posible destrucción. Este fenómeno en apariencia puede parecer inocuo. No mata vidas como negar el covid o no respetar las normas sanitarias. Pero sí está poco a poco socavando el trabajo realizado por la propia administración y los diferentes profesionales para la investigación, protección y difusión del Patrimonio. Y de otro estamos creando una identidad nutrida de errores, datos generalistas y en la mayoría de los casos amables, porque parece que algunos necesitan oír que en el pasado éramos 'buena gente', es decir, una visión posmoderna, ultraperiférica y cuasicaribeña del buen salvaje rousoniano.

Mientras tanto seguiremos intentanto aportar, a pesar del esfuerzo doble que tenemos que hacer, para decir, que no, que eso no es el Mediterráneo, que es el Atlántico y que vinieron de África y no hace tanto tiempo como se creía.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

canarias7 Onus probandi o demuéstralo tú

Onus probandi o demuéstralo tú