Las mariposas, los monarcas y el vuelo
Ya lo hizo Juan de Villalonga en su día, con una biografía que hoy algunos reivindican como la más auténtica, porque por aquel entonces don Juan Carlos no necesitaba reconciliarse con nadie
Nélida Cédres
Viernes, 7 de noviembre 2025, 08:26
Dicen que antes de morir, hay que escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol. Pues yo creo que el rey Juan Carlos ... ha cumplido con todo. Reconciliación se titulan sus memorias. Un nombre que suena a propósito de año nuevo aunque no está tan claro con quien busca reconciliarse: con España, con su familia, consigo mismo o con hacienda. Los titulares hablan de perdón, expiación, redención… pero alguna cabeza ha caído. El rey emérito no pierde la ocasión de ajustar cuentas: con Jaime de Marichalar, por ejemplo, del que insinúa que no tuvo autoridad paterna con su hijo. Le dijo la sartén al cazo.
Claro que no es la primera vez que se cuenta « la verdadera historia» del monarca. Ya lo hizo Juan de Villalonga en su día, con una biografía que hoy algunos reivindican como la más auténtica, porque por aquel entonces don Juan Carlos no necesitaba reconciliarse con nadie. Aquellas memorias se escribieron desde la cima del trono, y no desde un chaise longue en Abu Dabi.
Pero ahí está ahora, volviendo a casa como el turrón aunque aún no sea Navidad; como una mariposa monarca que siente que se acaba el vuelo. La metáfora es tentadora: volviendo al origen antes del final. Cogiendo la misma autopista de vuelta por la que han transitado muchos: Richard Burton, Gabriel García Márquez o Vargas Llosa después de su romance con Preysler, prueba de que en la literatura y en la vida siempre hay segundas ediciones. Aunque a unos se les da mejor la pluma y a otros, el vuelo.
Y ya que hablamos de libros… si se siguen filtrando los mensajes de Koldo García, no vamos a tener unas memorias, sino una enciclopedia. De esas que no se consultan, pero que todo el mundo comenta. Pero luego me entero de que el padre de Lamine Yamal se va a casar y se me pasa todo. Y comieron perdices, porque elefantes no quedaban.
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