Motos

Habitualmente, esas campañas publicitarias ministeriales no se encuentran entre lo más visto por los espectadores pero en esta ocasión se ha roto el molde. El presentador de Antena 3 Pablo Motos se ha dado por aludido, al considerar que uno de los anuncios clona sus intervenciones supuestamente machistas en 'El Hormiguero' y el asunto va camino de ser tendencia en las redes sociales. En esto, como siempre, cabe escudarse en el 'excusatio non petita, acusatio manifiesta', pues el anuncio de marras no menciona por su nombre a Motos, pero él se dio por aludido ipso facto, como si fuese consciente de que algo en sus actos merecía, cuando menos una revisión. Confieso que me incluyo entre los que vieron el anuncio antes de que estallase la polémica y pensé que Motos era uno de los retratados en el 'spot', pero no el único, pues lo que se denuncia es una violencia estructural, y no singular.

Sea como fuere, no comparto que un Ministerio -me da igual la cartera- vaya señalando a los profesionales de la comunicación, el ocio o como queramos denominar lo que presenta Motos en Antena 3. Como también creo que sí es necesario reflexionar sobre determinados comportamientos y revisar actitudes que no se pueden perpetuar. Estos días han 'resucitado' vídeos de entrevistas de Motos a mujeres hechas hace algunos años y las hay que no tienen disculpa: busquen, por ejemplo, la que le hizo a Ana de Armas... pero búsquenla rápido, porque la productora del programa se está encargando de borrar todo rastro digital en las redes para evitar males mayores.

Y así como no comparto ese gusto ministerial por señalar a este o a aquel, tampoco comparto que el presentador en cuestión quiera ahora convertirse en una víctima. Su audiencia es mayor, infinitamente mayor, que la de las campañas públicas y si tiene la conciencia tranquila, debería entrarle por un oído y salirle por el otro lo que digan de él. Como también creo que nadie está libre de la crítica: así como él es libre en su altar televisivo de decir lo que considere, igualmente el resto lo somos. Incluido el que gobierna. Nos molestará más o menos, pero las libertades van en todas las direcciones.