
Tomar las riendas...
Miguel Ángel Rodríguez Sosa
Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 19 de enero 2025, 22:40
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Miguel Ángel Rodríguez Sosa
Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 19 de enero 2025, 22:40
El caballo es mucho más que un animal majestuoso, es un símbolo vivo de misterio y energía. Despierta en nosotros una mezcla a partes iguales ... de admiración y respeto. Pero más allá de su imponente apariencia, los caballos tienen una sensibilidad única que los conecta profundamente con su entorno y con quienes se relacionan con ellos.
Los caballos viven a través de sus emociones. Perciben el mundo con una intensidad que solo puede compararse con la forma en que sienten. Su atención plena los convierte en expertos detectores del peligro, pero también en un reflejo de la energía que los rodea.
Este rasgo no es casualidad. Los caballos poseen una alta cantidad de neuronas espejo, las mismas que nos permiten a los humanos sentir empatía. Esto explica por qué, en una manada, el miedo de uno se convierte en el miedo de todos, pero también por qué la tranquilidad de uno puede ser el ancla de serenidad para todos.
Los caballos son animales sociales por excelencia. Su instinto de pertenencia los lleva a buscar la compañía de otros, a formar vínculos y a vivir en comunidad. Prefieren la manada porque saben que en ella hay protección y fuerza. Su naturaleza nos recuerda al niño que llega a un parque y, sin importar quiénes estén allí, encuentra en otro niño un amigo, un aliado, un hermano temporal con el que jugar.
Esta conexión espontánea no es exclusiva de los humanos ni de los caballos. Existe una 'wifi natural' que nos une a todos. Vivimos emitiendo y recibiendo señales, creando vínculos invisibles que se traducen en telepatía, sincronicidades y conexiones inexplicables. Los caballos son un recordatorio vivo de esta capacidad que, aunque olvidemos a menudo, sigue presente en cada uno de nosotros.
Otra cosa que podemos aprender de los caballos es su habilidad para habitar el momento presente. Su estado natural es la calma, una tranquilidad que los ancla en el aquí y el ahora. No se preocupan por el pasado ni anticipan el futuro; simplemente están.
El caballo es un recordatorio de lo que significa estar vivos. Nos enseña que la vida es conexión, comunidad, emoción y presencia. Nos invita a vivir con más calma, a sentir con más intensidad y a conectar con los demás de manera auténtica. Porque, como ellos, nosotros también somos parte de una manada más grande: la humanidad.
Hoy, te invito a montar ese caballo que simboliza tu vida. Siente la fuerza vibrante que recorre su cuerpo, una energía que también habita en ti. Toma las riendas con amor y determinación, guiándolo con confianza hacia tus sueños. Recuerda que la verdadera belleza está en la conexión íntima con el presente, en el arte de moverte al unísono con la vida, como si fueran uno solo.
Aprender a montar a caballo, a sostener las riendas y a guiarlo hacia el destino que deseamos, no es tarea sencilla, pero es uno de los desafíos más hermosos que podemos enfrentar. Requiere presencia, paciencia y, sobre todo, claridad en nuestra intención. Porque la intención es el verdadero motor: debemos saber qué queremos hacer, a dónde queremos ir y cómo deseamos llegar. Al igual que en la vida, el rumbo no se define solo, sino con la visión clara de nuestros sueños y el compromiso de avanzar hacia ellos con determinación y confianza.
Es tentador dejar que este caballo (la vida), corra libremente, permitiendo que las circunstancias decidan nuestro camino. Sin embargo, esta pasividad nos puede alejar de aquello que realmente queremos. Tomar las riendas significa ser conscientes de que cada decisión, por pequeña que parezca, es un movimiento que nos acerca a lo que queremos ser.
Cuando dirigimos al caballo, sentimos la libertad de elegir hacia dónde ir. Nos damos permiso para equivocarnos, para cambiar de rumbo si el camino no nos gusta. No se trata de tener el control absoluto, porque sabemos que el caballo también tiene su propia fuerza y espíritu, sino de aprender a dialogar con la vida.
Todos conocemos miles de ejemplos, yo quiero compartir uno. La historia de Nereida, una amiga emprendedora que un día decidió tomar las riendas de su vida, literalmente. Trabajaba en algo que no le llenaba, sintiendo que sus días pasaban sin dejar huella. Soñaba con una vida diferente, conectada con la naturaleza y con su pasión por los caballos.
Durante años, había dejado que el 'caballo' de su vida avanzara por el camino trazado por otros: seguridad, estabilidad, y una rutina predecible. Pero un día, comprendió que si se atrevía a tomar las riendas, su vida podía ser más plena de energía y propósito.
Dejó su trabajo poco después, y junto con su hermano Antonio compraron un terreno en Arucas y lo convirtieron en la maravillosa 'Finca Ecuestre Essential'. Los primeros meses no fueron fáciles: había días en los que parecía que todo iba en contra, desde las finanzas hasta los contratiempos con los caballos. Pero cada obstáculo los hacía más fuertes, más decididos a sostener las riendas y a domar ese 'caballo' que representaba su sueño.
Hoy, su finca no solo es su sustento, sino también un refugio, una terapia, para las personas que buscan reconectar con la naturaleza y consigo mismas. Su valentía para cambiar de rumbo nos inspira a todos los que la conocemos.
Y es que a veces, en la vorágine de la vida cotidiana, olvidamos que somos los principales jinetes de nuestro destino. El ruido del mundo puede hacernos pensar que estamos atrapados en un recorrido sin salida, pero la verdad es que siempre podemos elegir.
Recuerda, lo que realmente importa no es el destino al que lleguemos, sino disfrutar de la belleza del camino. Porque la vida, al igual que un noble caballo, nos invita a entregarnos al momento, a disfrutar de cada paso, de cada galope, de cada pausa para respirar.
Tomar las riendas de nuestra vida es, vivir consciente y plenamente, es saber que cada decisión que tomamos nos transforma y nos acerca un poco más a nuestra esencia más auténtica.
¿Y tú, hacia dónde quieres galopar hoy?
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