Las manifestaciones de este sábado en las ocho islas, así como en otros puntos de la geografía nacional e internacional han resultado un éxito ... superior, incluso, al que esperaban sus manifestantes. Particularmente en islas, como Gran Canaria, que lleva años durmiendo el sueño de los justos.
Y este éxito es aún más relevante porque su articulación no obedeció a grandes movimientos de vanguardia, como en otros momentos lo hicieron Unidas Podemos o Sumar, que hoy también acompañan a Morfeo en su dulce sueño. Si hubiera un premio para un movimiento genuinamente ciudadano de los últimos años, estas manifestaciones podrían presentar su candidatura con muchas posibilidades de ganar.
Conviene, sin embargo, hacer algunas puntualizaciones por evitar interpretaciones interesadas. Estas movilizaciones no son, estrictamente, una protesta contra el Gobierno de Fernando Clavijo por ser de derechas. Es, fundamentalmente, una manifestación contra la vocación de Coalición Canaria de esquilmar el territorio, vocación que comparte, por cierto, con PSOE, Nueva Canarias, Unidas Podemos y ese señor de La Gomera con el que gobernaron juntos hace escasos meses y al que estos problemas importaron un bledo.
Por eso resulta particularmente sonrojante ver minutos después de la manifestación a políticos que gobernaron hasta ayer haciendo apelaciones para que el Gobierno «escuche al pueblo», precisamente ellos, que hicieron gala de una extravagante sordera, precisamente los que inauguraron el proyecto de atraer a las islas a cuanto nómada digital anduviera por el mundo. Precisamente los mismos que siguen hoy, desde las instituciones que gobiernan, queriendo poner «en el mapa» al más pequeño pueblo, ya sea con un mundial de fútbol, una vuelta ciclista o trayendo a un mindundi a vender hamburguesas en Mesa y López. Es difícil llegar más lejos en esta mezquina mediocridad, pero los manifestantes de este sábado deben permanecer alerta, porque para que esta plaga bíblica desaparezca y la política vuelva tener en el punto de mira el interés general aún queda mucho camino por andar.
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