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Sociedades fracturadas

Tribuna libre ·

La diferencia racial, combinada con la diferencia social, abre abismos entre los ciudadanos

Lorenzo Silva

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 8 de mayo 2023, 22:43

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Hay quien solo busca en la novela negra un pasatiempo o una historia con la que desahogar ese lado oscuro y escabroso que todos tenemos. Para satisfacer a ese lector basta con ponerle a la historia un poco de intriga, mezclarla con algo de suspense y arrojar a los personajes a peripecias más o menos truculentas. No falta ninguno de estos elementos en 'Lágrimas como navajas', la novela recientemente traducida entre nosotros del escritor afroamericano S. A. Cosby. Hay un misterio, giros narrativos, momentos trepidantes y situaciones en las que se desata una violencia brutal y desmedida. Sin embargo, a quien esté abierto a encontrar entre las páginas de un relato criminal algo más que enigmas, tiros y vísceras desparramadas, la propuesta de Cosby le da la oportunidad de asomarse, desde un ángulo infrecuente, a una sociedad conformada en torno a una fractura, que marca la vida, el ser y la suerte de todos los individuos que en ella viven.

La sociedad en cuestión es la estadounidense de hoy, y más en particular varias poblaciones del Estado de Virginia. Un lugar donde la diferencia racial, combinada con la diferencia social, abre abismos casi insalvables entre los ciudadanos. Cuenta la novela la historia de Ike y Buddy Lee, negro el primero y blanco el segundo. Ike es dueño de un negocio de jardinería y vive en una buena casa; Buddy Lee está desempleado y malvive en una caravana roñosa de la que no puede pagar el alquiler. Aunque los dos han pasado por la cárcel, el color de su piel y el saldo de su cuenta corriente los condenan a no entenderse. A Buddy Lee, además, le resulta humillante que el otro pueda permitirse todos lujos que él no puede pagarse. Lo que reúne a estos dos seres, desde muchos puntos de vista inmiscibles, es el matrimonio de sus dos hijos, ambos varones, que más adelante mueren asesinados.

Es brillante la metáfora que construye Cosby a través de la venganza que estos dos hombres maduros, que recelan uno de otro constantemente y no dejan de lanzarse pullas a propósito de lo que los separa, asumen como deber paternal para honrar la memoria de unos hijos a los que ninguno supo comprender, apoyar ni respetar. Enfrentándose a la oscura y retorcida trama que ha provocado el asesinato de sus vástagos, ambos forjan una unión sólo posible en la excepcionalidad que los embarca en un empeño común. Su historia invita a meditar sobre el daño que causan quienes se complacen en fracturar sociedades. No faltan en los Estados Unidos de hoy. Tampoco entre nosotros.

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