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Lloramos y reímos

Del director ·

Manolo Vieira era ese notario socarrón y burletero que sacaba punta a todo

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 9 de febrero 2023, 00:50

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Manolo Vieira se quería despedir de su público, esto es, de toda Canarias, en el día de su tierra. Se le había metido entre ceja y ceja que el 30 de mayo, Día de Canarias, tenía que compartir una parrafiada televisiva con los espectadores de las islas a modo de despedida. Porque sí, se estaba despidiendo, pero de los escenarios, no de la vida. O quizás sí y no lo contó. Como si fuera su última broma...

Hace unos días tuvo que suspender una actuación al sentirse indispuesto. Empeoró rápidamente y una cosa trajo la otra: los acontecimientos se precipitaron y ayer puso fin a su vida. La noticia cogió a muchos cenando y seguramente más de uno se añurgó, como diría el propio Vieira con ese acento canario que fue regando fuera de las islas, en una prueba fuera de toda duda de que el humor, si es bueno, traspasa fronteras.

Cuando se habla de qué significa la canariedad, que siente la gente siendo canario... pues igual no hay que teorizar demasiado. Es cuestión de recuperar alguna grabación de Manolo Vieira y redescubrir que lo que contaba pasado por el tamiz de su arte no era otra cosa que la vida misma. Digamos que Manolo Vieira era como un cronista divertido, ese notario socarrón y burletero que sacaba punta a todo. El suyo era ese humor que uno puede encontrar a las tantas de la madrugada en un tanatorio cuando se está haciendo compañía: como seguramente pasará en su velatorio, donde unos y otros recordarán aquel cuento que hizo Manolo Vieira en el escenario, aquella forma de convertir en una diversión lo que eran penurias del barrio o alguna alpargata voladora que caía en la nuca del niño Alexis.

Cuando la televisión descubrió a Manolo Vieira, el idilio fue mutuo y se mantuvo hasta el último momento. Con la más sencilla escenografía -un taburete y un micrófono-, era capaz de captar la atención sin necesidad de mayores añadidos visuales. A fin de cuentas, íbamos a ver a Manolo y a escuchar sus historias. Eso era todo y los adornos sobraban.

Dicen que otros vendrán que te harán mejor. Y puede que sea así pero creo que no hace falta el esfuerzo de los que vayan a venir, o de los que ya están, pues por suerte la cantera del humor canario es prolífica y de calidad. Y no hace falta porque los méritos de Manolo Vieira son conocidos. Tuvo honores y distinciones -la última, anunciada ayer mismo por el Cabildo-, pero sobre todo tuvo el aplauso y el cariño del público. Esa es la mayor de las recompensas y eso es lo que toca hoy: aplaudirle de nuevo.

Descansa en paz. Lloramos con tu ausencia y reímos con tu recuerdo.

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