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«Usted preocúpese, porque como podamos les ilegalizamos», le soltó Ortega Smith al representante de PNV en el debate de La Sexta. Una amenaza reaccionaria, muy en la línea de lo que es y pretende Vox, que escuchó todo el país. Pero la cuestión es si esta barbaridad se le escapó al secretario general por las altas pulsaciones y la escasez de argumentos, o si de verdad es una estrategia para ganar votos porque sabe que la censura y la represión es lo que quiere una mayoría.

Ojalá sea lo primero... ¿O acaso hay tanta gente con afán de retroceder? ¿O es que el odio contra catalanes y vascos ha aumentado por los altercados en Barcelona hasta cotas desconocidas desde tiempos franquistas? Que se esté perdiendo la razón a menos de una semana de las elecciones es muy preocupante. Sabía que lo de Sánchez y su ninguneo a Podemos fue una irresponsabilidad, y más cuando el pueblo demostró en las urnas en mayo que lo que quería era un gobierno de progreso. También que una subida del PP era lógica después de alcanzar sus mínimos históricos, y que tanto PSOE como Podemos bajasen, el primero por ser el responsable máximo de que estemos inmersos en otra campaña electoral, y el segundo por la división que ha traído el surgimiento de Más País de Errejón. Pero al menos pensaba que era una buena oportunidad para que Vox desapareciese del mapa. Estuvo de moda por cómo rompió moldes aprovechándose de la debilidad del partido de Casado, pero ya está.

Sin embargo, parece que la fobia al independentismo ha unido a la derecha y el panorama es desalentador. Este fin de semana ya se vivió en la sala de prensa de un estadio esta división que a día de hoy parece insalvable y que tanto marcará las elecciones. El boicot a un periodista catalán que en el campo del Extremadura quiso hacerle una pregunta en su idioma al entrenador del Girona desvela el estado de ánimo de nuestra sociedad. Al menos el club estuvo por encima del comunicador, y con una nota de prensa exquisita en la que se desmarcaban de este hecho y tendían la mano hacia la integración con el último párrafo en catalán, retrató a los que mostraron tan poco respeto. Qué ejemplo el de esta entidad, mientras otras improvisan banderitas de España en sus camisetas para provocar y censuran a su propia afición con bloqueos a mansalva en Twitter. Las comparaciones, a veces, son odiosas.

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