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Lorenzo Olarte, junto a su esposa, María Lecuona. C7

Un político forjado en la Transición

Fue, en cierto sentido, un pionero en la concepción a lo grande de la promoción turística de Canarias, y también conoció en esos años episodios fallidos y turbios, como el proyecto de Chillida en Tindaya

Juan Manuel Bethencourt

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 3 de febrero 2024, 01:09

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Lorenzo Olarte Cullen fue un político forjado en los tiempos luminosos, hoy denostados por parte de la clase política, de la Transición española. Y se ... le notaba. Por varias razones, además. La principal, una pasión incontenible por el ejercicio de la gestión pública en sus más diversas formas, no en vano fue desde procurador de las Cortes franquistas a nacionalista de nuevo cuño, en una sucesión de capítulos que le llevaron de presidir el Cabildo de Gran Canaria, en la etapa predemocrática, al Congreso de los Diputados por la UCD para, finalmente, sumarse con su energía habitual a la construcción y primeros pasos de la autonomía canaria, en la que transitó por todas las posiciones: la oposición a Jerónimo Saavedra, la vicepresidencia con Fernando Fernández, la presidencia durante los años convulsos de la segunda Legislatura, otra breve etapa en la oposición (fue entonces cuando formuló aquella extraña propuesta sobre Canarias como Estado Libre Asociado) y finalmente la vicepresidencia con Manuel Hermoso, socio y rival, al frente del primer Ejecutivo nacionalista que hubo en las Islas. Sumen a ello su experiencia como gestor de empresa pública estatal (Aviaco) y su trayectoria como asesor de Adolfo Suárez, quien siempre fue su referencia política como adalid del entendimiento entre diferentes. Por decirlo en términos cinematográficos, Olarte fue todo a la vez en todas partes.

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