… Y Van Der Does regresa un año más
Si Cairasco de Figueroa sentenció, poco después de los acontecimientos de junio-julio de 1599, que «así será la victoria vencida», cuatro siglos después, en ... abril de 1999, sería el inolvidable historiador Antonio Rumeu de Armas quién sentenció que «éste fue sin duda el hecho político, militar y naval más importante ocurrido a lo largo de toda la historia de Canarias». Un comienzo de estío más regresa Pieter Van der Does a la memoria insular, 426 años después de que nuestros antepasados lo vieran llegar, y lo tuvieran que aguantar durante trece interminables días.
Un acontecimiento que, tanto a la luz de la historiografía actual, como de lo que las islas representan hoy, y lo harán en el futuro, para la geoestrategia del Atlántico, e incluso mundial, va mucho más allá de ser un mero hito de la historia local, una piedra de toque ineludible en el devenir de Gran Canaria, pues junto con otros acontecimientos que marcaron el pasado del Archipiélago y sellan su presente, como la propia fundación de la ciudad en 1478, a la vista del expansionismo atlántico de otra potencia como Portugal, el paso de expediciones como las de Cristóbal Colón o la de Magallanes – Elcano, la propia decisión de construir un gran puerto en la Bahía de Las Isletas -que iba más allá de meros intereses locales-, o los acontecimientos de las dos guerras mundiales, resaltan ese papel ineludible de 'encrucijada' atlántica, y global, ahora tan en boca de todo el mundo, incluso de figuras políticas de primer orden mundial que no han dudado en visitar la capital grancanaria en los últimos tiempos, que marca a Gran Canaria, y con ella a toda Canarias.
Es algo que ya en 1999 incitó a la celebración de un congreso internacional, en el marco de la casa de Colón, dedicado precisamente a 'Canarias y el Atlántico', ante el que el profesor Alberto Anaya destacaba su importancia «porque analiza la situación de las islas en el mundo atlántico en un momento sumamente delicado para el Archipiélago. Cambia el tercio mundial y se inicia el ascenso de Inglaterra y Holanda como potencias hegemónicas, y en las mismas Islas se produce también un cambio de tercio…» No fue entonces una operación dirigida expresamente a Gran Canaria, sino que la isla, por su posición geoestratégica, se vio en el centro de un huracán bélico entre estados, con un escenario que, al menos en su planificación y en parte de su acontecer, se daba en uno y otro lado de este gran océano, en el que Canarias y sus puertos eran ya una plataforma privilegiada. Un escenario que, en la hora de la geopolítica global actual, a la que Canarias mira, o debe mirar, con minucioso detenimiento, contribuye indudablemente a entender mejor la situación de las islas en el conjunto de los intereses globales.
Sin embargo, transcurridos 426 años en los que el fuego de la memoria de esos días de 'holandeses' -o 'ingleses', denominación en la que entonces aquí se solía englobar a casi todos los de 'pa´fuera', y por ello quizá ese topónimo de 'Cruz del Inglés' a la entrada del Monte Lentiscal-, nunca se perdió, o al menos se conservó en el seno de muchas familias y en los textos del determinados cronistas y memorialistas, la relevancia, la trascendencia y el papel de actualidad que aún tiene esta gesta parece no entrar en el ADN social, en el de la ciudadanía y en el de sus instituciones públicas y privadas, sin desmerecer con ello los loables esfuerzos de una minúscula 'Mesa de Batán', o de algún grupo particular de teatralizaciones históricas, que representan el esfuerzo conmemorativo que mayoritariamente debiera realizar la sociedad civil, el interés, a veces poco respaldado en lo que merece, del Ayuntamiento de Santa Brígida cada 3 de julio y en días previos, o el pequeño acto que, desde hace unos años, organiza el cabildo de Gran Canaria junto con el Regimiento Canarias Nº 50 -acto que también debiera estar protagonizado por el Ayuntamiento capitalino, pues fue esta ciudad la principal población afectada, núcleo de los intereses y de las acciones devastadoras de las gentes de Van der Does-. Ya en 1999 el profesor Antonio de Bethencourt Massieu ponía sobre el tapete congresual como «la falta de sensibilidad institucional ante un hecho que le interesa muy directamente, porque es su historia, y los ciudadanos que no conocen su historia son ciudadanos que no amarán a su ciudad, porque lo que no se conoce no se ama».
Y cuando se tiene la oportunidad de lograr que Van der Does regrese cada año, en estos días de junio y julio, ahora no ya como un enemigo a temer, sino como una figura que tanto puede aportar a una reflexión sobre la realidad geopolítica actual del Archipiélago, es imprescindible que se retomé con enorme interés esta efeméride y su conmemoración anual, y que se piense ya en la proximidad del su 430 aniversario, que puede ser una oportunidad simbólica para ello. El Castillo de Mata debe ser el gran centro entorno a lo que Van der Does significó para la historia de Canarias -como la Casa de Colón lo es para los viajes colombinos y otras peripecias atlánticas-, allí se deberá ofrecer una amplia y sustanciosa exposición sobre aquellos acontecimientos y sus consecuencias, allí se deberán organizar unas jornadas, un congreso o un simposio, en colaboración con la ULPGC y otras universidades de toda España, de Europa y América -tenemos 4 años por delante-, allí se deberá restaurar el monumento a Alonso de Alvarado, que lo es de toda esta gesta histórica, -un monumento obra del gran artista Santiago Santana, para el que falta rescatar los hermosos bancos y una pileta de agua, que lo enriquecían cuando estaba colocado en la plaza de Nuestra Señora del Pino, delante del Castillo- , allí se debería restaurar el conjunto de esos 'Jardines del Provecho', que para ello deben ser vallados y contemplados como jardines del castillo, que pueden ser 'jardines de día', cerrados por la noche, y cada 26 de julio, en lo alto de la 'Montaña del Vigía', como se hizo hace 426 años, encenderse al atardecer una gran hoguera, mientras las campanas de la Catedral tocan a arrebato y en la plaza de Santa Ana se hace una proclama histórica, encargada cada año a una personalidad de la vida universitaria, institucional o social.
… y Vander Does, pese a todo, regresa un año más, y todos debemos recorrer, con mirada de reflexión, aquellos lugares donde se dieron unos acontecimientos del pasado, pero que nos abren los ojos del presente y del futuro inmediato. Pasear por el Puerto y mirar a la 'Montaña del Vigía', subir hacia Mata por Bravo Murillo y recordar la antigua y sólida muralla norte, donde tantas vidas de grancanarios se sacrificaron aquellos últimos días de julio de 1599, lo que permitió la posterior victoria tras la gesta de El Batán; llegarnos a la Plaza de Santa Ana, centro de la historia de esta ciudad, vislumbrar las concentraciones de fuerzas y de paisanos que se disponían a ir al combate, y en la Catedral de Canarias visitar la tumba de Cairasco de Figueroa, para inmortalizar a Alonso de Alvarado y a otros defensores allí sepultados. Luego, ponernos las zapatillas y, Guiniguada arriba, junto con los miembros del Regimiento Canarias Nº 50 'El del Batán', encaminarnos a La Angostura y rememorar los acontecimientos del 3 de julio, y, llegados a Santa Brígida, solemnizar la memoria de una isla que, con esta Villa invicta como epicentro, se dispuso a echar como fuera a sus invasores. Para Gran Canaria los días de Van der Does y de El Batán son mucho más que una fecha en el calendario anual de las conmemoraciones, son parte esencial de la identidad y el ADN grancanario.
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