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Pino Santo Alto, fiestas, caballos y un homenaje
Opinión

Pino Santo Alto, fiestas, caballos y un homenaje

Juan José Laforet

Cronista oficial de Gran Canaria

Sábado, 10 de agosto 2024, 22:26

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Pregonar es proclamar la llegada de algo que a todos nos afecta, y hasta nos transforma por unos días. Pregonar es proclamar esos lazos afectivos que nos unen a un lugar y sus gentes, a unas tradiciones y a unas costumbres, al ser y sentir de algo que nos hace más personas y más ciudadanos. Y eso es la fiesta, ese momento que se acoge, con el reloj de cada día detenido en un tiempo que, entre la bulla y la alegría compartida, nos permite reflexionar sobre nuestra identidad, sobre el devenir de nuestra comunicad vecinal y familiar, entender quiénes somos hoy y cual el futuro al que debemos aspirar. Y esa fiesta, vivida con tantas raíces y con tantos lazos a la tierra, a su historia, a su sentimiento de comunidad, debe saber también aportar espacios nuevos de encuentro, espacios solidarios, hospitalarios y cosmopolitas, que es, además, una lección trascedente que esta isla ha dejado a través de los siglos. Y todo ello en el entendimiento que la alegría y la solidaridad es lo que más une a las gentes.

Reflexiones como estas, vivencias como las que allí encontré hace ya tiempo, y han hallado miles de personas, en el decurso de muchos años de tradición festera íntima y al tiempo compartida y hospitalaria, son las que se desprenden de celebraciones y fiestas en lugares tan sugerentes de la isla como lo es Pino Santo Alto, en el municipio de Santa Brígida. Festejar Pino Santo Alto, celebrar sus fiestas en el clamor del estío grancanario, es encomiar, enaltecer, enseñorearse de un hondo sentido de grancanariedad, de las tradiciones y las costumbres que la adornan y la enaltecen.

Por ello, ante un paisaje sugerente que asciende entre restos de antiguos pinares, hasta las mas altas cumbres, o desciende hasta las lejanas costas, por lomas de sustantivas montañas y barrancos cargados de historia, se puede entender bien que pregonar en Pino Santo Alto sus fiestas es, ante todo, proclamar la presencia de una comunidad humana, de un entrañable y hermoso lugar de nuestra geografía insular, encaramado en su privilegiada atalaya, en un cruce de caminos que ha sido crucial en el devenir histórico entre esta y otras zonas de la isla, como aún hoy lo recuerda y es exponente de ello el cada año concurridísimo «Camino del Pino», donde los peregrinos y romeros tienen aquí parada, estación sagrada y encuentro entrañable con tradiciones e historias que hablan de hondas devociones marianas y de lo que el pino ha significado en ello.

Se trata de una antigua leyenda que refiere cómo «algunas localidades de distintas islas de este Archipiélago tenían su 'Pino Santo' consagrado a la Virgen y usado como santuario, para lo que, en el mismo tronco, de uno de esos majestuosos ejemplares que siempre han adornado nuestros paisajes isleños, se tallaba una hornacina en la que se colocaba una imagen de la Virgen, con una lámpara encima de las ramas», que la velaba por las noches en el más elocuente silencio de los campos canarios.

Y Pino Santo Alto puede ser uno de esos lugares, precisamente en la ruta hacia otro, donde se dio una de las más admirables y entrañables apariciones marianas, sobre un enorme pino donde también crecían dragos y otras especies de la variadísima flora canaria, junto con un manantial de aguas cristalinas y algunas aves, lo que, en realidad conformaba toda una auténtica cosmogonía insular, todo ese ámbito sobre el que esta Virgen quería reinar como madre buena y protectora, que, en ese Barrio satauteño, desde aquel inolvidable 24 de junio de 1953 -día también mágico y de sortilegios, al tiempo que histórico en el devenir de Gran Canaria, pues se aúna la celebración sanjuanera, que da la bienvenida al tiempo estival, del que ahora estamos en su centro, con la fundación de la capital insular por tres juanes, el capitán Juan Rejón, el obispo Juan de Frías y el deán Juan Bermúdez- tomó por nombre y proclama la más delicada y directa, la de 'La Salud' , antiguo reconocimiento y mención sagrada de la Virgen, 'Salus Infirmorum', 'Salud de los enfermos'.

Es agosto y todo se transforma en Pino Santo Alto. El verde de los pinares y el parduzco tono de las tierras se torna en colores, el dorado toma su espacio: coloraos los papelillos, encarnadas van las carretas en la romería, con el azul y el amarillo de los pañuelos, y multicolores son los vivas que van echando a su Virgen de La Salud, sobre una tupida alfombra de aromáticas ramas, que cubre un suelo de senderos color cinabrio, por donde las ruedas de las carretas romeras, auténticos «colmaos» festivos de las alegrías, de grana se han enfundado y se encaminan hacia Ella. La Virgen de La Salud se ríe y goza; isas y saltonas cantan grupos y coros, y todo Pino Santo diciendo vivas en la Plaza, que viva nuestra Patrona. Y todo el vecindario perece reiterar, como una proclama, «Salud, bendita seas, por darle tanta vida, otro año más, a este querido barrio en el que se cruzan y aúnan los caminos satauteños y terorenses».

Este año, en el comienzo de las fiestas se homenajea, justa, merecida y noblemente, a una figura que es parte inequívoca de la historia de Pino Santo, la de D. Teodoro Torres. Él y su esposa María Teresa han enseñado a muchísimas personas de la isla y de las más diversas latitudes, a querer, valorar y soñar Pino Santo Alto, a incrustarlo en los resquicios de sus almas, a contemplarlo como reducto de los sentimientos isleños más puros y encendrados.

Y hablar de Pino Santo Alto, mencionar a D. Teodoro Torres, es también hablar del 'caballo', que, desde hace muchos años, gracias a una labor ardua, agotadora, pero llena de gran voluntad, de esperanza, de ilusiones y satisfacciones, se ha instituido en santo y seña de estas fiestas y del propio Barrio. Algo que este año el Ayuntamiento de Santa Brígida, con su alcalde a la cabeza, José Miguel Bravo de Laguna, junto con la Asociación de Vecinos, que preside Cristian D. Ortiz García, le reconocen y le homenajean rotulando con su nombre la «Pista Hípica» de Pino Santo Alto. Y no es de extrañar que el deporte hípico en distintas modalidades, a partir de la Doma Vaquera que trajera el señor Torres Falcón, apoyado por un grupo entusiasta jinetes grancanarios y andaluces, cuajara y se asentara en unas tierras que fueron, a través de los siglos camino, cruce de calzadas, punto de encuentro y de trasvase, donde los caballos, yeguas, mulos o burros eran instrumento indispensable. Y tanto cristalizó esta presencia del deporte ecuestre en Pino Santo, que también se convirtió en el germen de otros eventos hípicos en la isla, como ese impresionante y grandioso Campeonato de España de Doma Vaquera, para el que en el año 2004 se levantó una gran pista hípica en el mismo centro del Parque de Santa Catalina, que ha sido reconocido como uno de los mejores en la historia de estas competiciones de doma vaquera.

En fin, unas fiestas las de Pino Santo Alto que, con su trayectoria muchos años, desde su vivaracho presente, muestran como, disfrutándolas en paz y en armonía, pueden y deben ser siempre un punto de encuentro para la amistad, la camaradería y la buena vecindad, al tiempo que semilla para la capacidad de esfuerzo con el que, cada uno y todos los días del año, se afronte la construcción de un barrio, de una comunidad viva y pujante.

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