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El buque escuela 'Juan Sebastián Elcano' (el A-71 de la Armada) recala de nuevo, este 21 de enero, en el Puerto de La Luz, ... y lo hace precedido tanto de la fama que ha consolidado como uno de los más afamados y prestigiosos de su clase en todo el mundo, como de la enorme vinculación y afecto que ha mantenido y le une a Las Palmas de Gran Canaria, no sólo desde que, en su primer viaje por el Atlántico, atracara en el Muelle de Santa Catalina un 28 de mayo de 1928, por lo que pronto se cumplirá un centenario al que esta ciudad y su puerto están ineludiblemente vinculados, sino de la multitud de acontecimientos, eventos o anécdotas que se produjeron a lo largo de todo el siglo XX y primeras décadas del actual en sus escalas en la histórica Bahía de Las Isletas, en aproximadamente la mitad de las singladuras de sus noventa y siete cruceros de instrucción, donde su galano porte y la esbelta arboladura de su blanco velamen siempre se enseñorearon del paisaje isleño y subyugaron a cuantos disfrutaron de esta hermosísima estampa. Como recogió la prensa grancanaria de 1928, el «…Gobernador Civil de la provincia don Antonio Marín y Acuña estuvo a bordo del buque-escuela de guardias marinas Juan Sebastián de Elcano devolviendo la visita oficial al comandante del buque. El señor Acuña recorrió las dependencias de la nueva unidad haciendo de ellas merecidos elogios…», y departiendo ampliamente con su comandante, Manuel de Mendivil y Elio, marino y reconocido escritor, director de la revista 'Alrededor del Mundo', de la colección literaria 'Los Contemporáneos' y colaborador asiduo de la prestigiosa revista 'Mundo Naval', que anteriormente había ostentado el mando de la fragata 'Nautilus', con la que también visitó el Puerto de La Luz.
Noventa y siete años después nuestro querido y llamativo buque escuela regresa a Gran Canaria y atracará de nuevo en el corazón del Puerto de La Luz, en el muelle exterior del Arsenal de Las Palmas, muy cerca de donde, en pocos meses, la Virgen del Carmen de La Isleta, patrona de marinos, de toda la gente de la mar, será coronada canónicamente en una solemnísima ceremonia. Una singladura en la que trae consigo a SAR la princesa de Asturias, en su viaje de instrucción como guardiamarina, al igual que ya lo hicieran en el 17 de enero de 1987 su padre, el rey Felipe VI, y su abuelo, el rey Juan Carlos I, el 16 de enero de 1958, pero sin olvidar las visitas a la isla de su bisabuelo Juan de Borbón, en las que, al pasear por Vegueta señaló que le recordaba a San Juan de Puerto Rico, y la de su tatarabuelo el rey Alfonso XIII en 1906, cuando un destacamento de la Armada desfiló por vez primera por las calles de la capital grancanaria.
Muchas son las expectativas que ha levantado este viaje de Leonor de Borbón, a la que se espera con enorme interés e ilusión no sólo en los puertos canarios de Tenerife y Gran Canaria, sino en muchas capitales y puertos de todo el continente americano. Un viaje en el que cobra especial relevancia ese papel de embajador, conjunto con el de la formación marinera, que tiene el buque y que ha sido reiterado por el rey antes de su partida de Cádiz, al recordarles a guardiamarinas y a tripulación «…que lleváis siempre la imagen y el prestigio de España sobre vuestros hombros». Pero no es esta la primera vez que una princesa de Asturias o unas infantas llegan y visitan Las Palmas de Gran Canaria.
En estos días grancanarios de su travesía en Elcano la actual princesa de Asturias podrá tener en su memoria familiar, en su corazón, las visitas que le precedieron, tanto de la infanta Isabel, que fue princesa de Asturias en dos períodos distintos de su vida, como de las infantas Eulalia, la primera persona de la Casa Real que visitó esta isla, y la infanta María Teresa que llegó acompañando a su hermano el rey Alfonso XIII en 1906. Sin olvidar Leonor a su tía, la infanta Cristina, que en 1996 estuvo en la capital grancanaria con motivo de la regata 'Príncipe de Asturias', organizada por el Real Club Náutico. La visita de la infanta Eulalia de Borbón y su esposo, el príncipe Antonio de Orleáns, a Las Palmas de Gran Canaria levantó bastante revuelo, pues la Casa Real se hacía presente en la isla en unos momentos muy difíciles por la 'guerra de Cuba', que Gran Canaria, en cierta medida, vivía casi en directo, y era objeto principal del viaje de la Infanta a la 'Perla del Caribe' y a Estados Unidos. Una labor de representación y diplomática que exigía un largo viaje y visitas a ciudades como Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. Un viaje cuyas experiencias, anécdotas y pensamientos expuso en constantes cartas a su madre, luego recogidas en un libro, 'Cartas a Isabel II. Mi viaje a Cuba y Estados Unidos, 1893'. Cartas que, en lo relativo a su paso por Canarias, comentó el catedrático Antonio de la Banda y Vargas, que señala como «transmitió la Infanta su primera impresión acerca de Las Palmas, que dice estar edificada a las orillas del mar en forma de anfiteatro, cuya visión, a la luz suave de un poético cuarto de luna y bajo las caricias de una tibia brisa, le produjo una calma profunda y se le antojó 'silente espectáculo de embriagadora poesía' en una simple intuición de lo que hay tras la observación de las majestuosas montañas que le sirven de fondo y el plateado mar en que se dibuja dentro del silencio de una exquisita noche primaveral». Doña Eulalia visitó la ciudad, la Catedral, de la que señaló que era «edificio notable de todas veras» y sus alrededores, deteniéndose en el pago de Tafira que menciona como «sitio muy bonito y pintoresco», y asiste «al teatro, cuyo local pondera, donde se le dedicó, en uno de los entreactos, una composición ad hoc». Trece años después llegaría a Gran Canaria, el 30 de marzo de 1906, la infanta María Teresa y su esposo Fernando de Baviera, como integrantes del séquito de Alfonso XIII en su viaje Oficial a Canarias, el del primer monarca que visitaba el archipiélago. En los días de su estancia en Las Palmas de Gran Canaria, que se prolongaron hasta el 2 de abril, María Teresa también pernoctó en el palacio Episcopal, en el corazón de Vegueta, que conoció muy detenidamente, e incluso asistió a una función de gala en el Teatro Pérez Galdós y a un bello espectáculo de fuegos artificiales en la plaza de Santa Ana, que presenciaron desde el mismo palacio que les acogía. Con los ecos aún muy sonoros de la inolvidable estancia del Alfonso XIII, que fue acogido multitudinariamente, cuatro años después llega a Gran Canaria La infanta Isabel de Borbón, la primera persona real que había ostentado la condición de princesa de Asturias dos veces en su vida, desde su nacimiento en 1851 hasta el de su hermano Alfonso XII, y tras la proclamación de este como rey y hasta el nacimiento de la primogénita María de las Mercedes. Así, como títulos principales esta infanta, popularmente conocida como 'La Chata', a la que el pueblo siempre mostró un hondo afecto, ostentó los títulos de princesa de Asturias, princesa de las Dos Sicilias y condesa de Girgenti. La prensa local grancanaria califica su llegada de «Suceso histórico», y artículos bajo títulos como 'La llegada de la Infanta' llenan las primeras páginas de esos días.
Arriba al puerto de La Luz a las 07.00 horas del martes 20 de junio de 1910, y es recibida con enorme entusiasmo en una ciudad que se preparó para recibirla con grandes galas, ofreciendo sus principales calles y plazas «un extraordinario aspecto festivo», el mismo ambiente que también encontraría en Buenos Aires, a donde acudía representando a la Corona española, con motivo de celebración del centenario de la República Argentina (1810). Una foto histórica nos la muestra en la calle Muro, a bordo del carruaje del alcalde, Felipe Massieu y Falcón, que la llevaba a la plaza de Santa Ana, pasando bajo varios arcos triunfales, dispuestos para la ocasión. Tras escuchar misa en la Catedral, donde fue recibida por el obispo Pérez Muñoz y la orquesta y el coro de la Filarmónica ejecutaron un Te Deum compuesto por el maestro Valle, presencio una parada militar en la calle Obispo Codina y asistió a una recepción en las Casas Consistoriales, para visitar a continuación El Museo Canario, entonces instalado aún en ese edificio municipal, admirando algunas de las curiosidades expuestas y estampando su rúbrica en el libro de honor. El recibimiento clamoroso marcó época y no se olvidó nunca en Las Palmas de Gran Canaria.
Ahora el señero y afamado buque escuela 'Juan Sebastián Elcano' trae a la primera princesa de Asturias que visita Las Palmas de Gran Canaria, Leonor de Borbón. Son muchas sus obligaciones abordo, como guardiamarina, y en función y representación de su rango, pero la capital grancanaria quedaría muy honrada de verla pasear, aunque sea en un breve periplo, por las mismas antiguas e históricas calles que un día visitaran aquellas Infantas, así como su tatarabuelo, su bisabuelo, su abuelo y su padre. La princesa de Asturias uniría así su nombre a ellos en el mismo lugar en el que también estuvo el Almirante de la Mar Océana, Cristóbal Colón, antes de partir en un viaje atlántico que, en alguna manera, también rememora la travesía del 'Juan Sebastián Elcano' en el que SAR participa. Rememorará, con ello, aquellas palabras de la infanta Eulalia al arribar, tras visitar Las Palmas de Gran Canaria, a San Juan de Puerto Rico en 1893, «Solamente cuando se atraviesa este inmenso océano se comprende el valor de este ilustre genovés Cristóbal Colón, y el talento de aquella reina, cuyas virtudes y desprendimientos han de servir de modelo por muchos siglos a los príncipes modernos». Aquella reina de Castilla bajo cuyo mandato fundara Juan Rejón Las Palmas de Gran Canaria en 1478, en un lugar, San Antonio Abad, que puede ahora recibir a la futura reina de España.
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