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Claro, a nadie se le esconde, que los almendros – que el tesoro Lexicográfico del Español en Canarias describe como 'árbol precioso que medra con toda ... prosperidad en todas nuestras islas, elevándose mucho y decorando con sus flores los primeros anuncios de nuestra temprana primavera', y que además recoge la voz 'almendrero', como se denomina en algunas partes de la isla a este árbol, que produce almendras dulces y amargas, con el sufijo 'ero' que 'lo encontramos abundantemente en nombres de planta: naranjero, limonero, mansanero, platanera, almendrero'- florecen desde que la naturaleza los concibió. Pero en Tejeda, en las cumbres de Gran Canaria los almendros florecieron en el ser y sentir, en el alma insular, hace cincuenta y cinco años, cuando los sueños y las ilusiones juveniles, ávidos de hacer cosas nuevas, de construir expresiones propias de grancanariedad, impulsaron unas celebraciones que, enseguida, tomaron por bandera aquellos almendros en flor, flameando sobre una escenografía cumbrera ante la que el escritor y periodista Ignacio Quintana Marrero se preguntaba en aquellos años: «¿Habéis contemplado, a solas y sin testigo, un paisaje canario? La vista quiere tocar cada uno de lo matices, dominada por la dictadura de la luz y descansar en su blanda quietud. El oído quiere recordar a Debbussy bajo la virtuosidad de los dedos; un perfume virgen de cosa reciente blandesce los sentidos». Es esa sensación que, en esa mañana dominical festiva de 'los almendros en flor', a cualquier hora, se percibe ante la infinitud de los barrancos, salpicados por la blanquecina belleza de estas flores de enero, y el Atlántico en la lontananza, con «¡El sol dando de lleno en los peñascos / y el mar... como invitando a lo imposible!», que sugeriría Alonso Quesada.
La Fiesta del Almendro en Flor, a finales de enero y comienzos de cada mes de febrero, se ha consolidado como una de las tradiciones más llamativas, luminosas, atractivas, esperadas e identitarias de Gran Canaria. En Tejeda el domingo 2 de febrero, tras una semana larga de actos culturales, folclóricos, sociales, tiene lugar el día grande de estas fiestas que atraen a miles de insulares y de turistas. Desde 1996, en los jardines públicos del pueblo, existe una placa colocada por el Ayuntamiento de Tejeda y el Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria que recuerda, en el entonces veintiséis aniversario de la fiesta, como la misma se estableció en el año 1970, a iniciativa del Club Juvenil de Tejeda y con el respaldo e impulso del Ayuntamiento y del CIT.
Y es que, en noviembre de 1969, se constituyó en Tejeda un inolvidable Club Juvenil. Fue la juventud del municipio, con muchas inquietudes sociales y culturales, la que se unió y de una manera formal, pudiendo de esta manera organizar y promover muchas y muy variadas actividades y encuentros. Una de sus primeras actuaciones fue la creación de la fiesta a la que llamaron PUM 70. Una denominación que tenía un doble sentido, por un lado, el de poder canalizar mediante un evento parte de dichas inquietudes en forma de actos lúdicos, que pudieran llegar a toda la población de Tejeda, con el sello de este grupo de jóvenes con muchas ganas de trabajar. Por otro lado, y dada la época del año en que se celebró, a principios de febrero, conmemorar la floración de los almendros, que tiñen de blanco y rosa las laderas de este pueblo, de gran parte del municipio, como de otros colindantes, identificándolo ante propios y foráneos.
Tal fue la aceptación y acogida de la fiesta que en el año 71 acordaron con el Ayuntamiento la organización conjunta de la misa, pasándose a llamar Fiestas del Almendro en Flor, nombre que se ha perpetuado en el tiempo. Pasados unos años fue el consistorio el encargado de la organización de la misma, ya sin la implicación directa del Club. Desde sus inicios, algo que se ha mantenido durante toda su historia, la fiesta ha girado en torno al mantenimiento y realce de las costumbres y tradiciones grancanarias en varios aspectos: folclore tradicional, bailes típicos, gastronomía, juegos populares, artesanía o muestras de oficios y labores tradicionales. Todo ello se desarrolla en las calles de Tejeda, donde en cada rincón podemos encontrar una muestra de canariedad.
El esfuerzo y los primeros pasos del Club Juvenil y del Ayuntamiento en la organización de estas Fiestas a lo largo de los años setenta del pasado siglo siempre estuvo respaldado por el CIT de Gran Canaria, cuya Junta Directiva y algunos socios siempre asistían corporativamente a esta celebración cada primer domingo de febrero y participaban en los actos culturales y festivos, como aquel inolvidable año en el que se inauguró el rincón de Néstor Álamo, o, mucho después, cuando se inició la plantación de almendros en el Paseo de los Hijos Ilustres del pueblo o cuando se hizo un simbólico sugerente hermanamiento con su homónima sierra, la malagueña Sierra de Tejeda.
Unas fiestas que también pueden encontrar otras raíces de su identidad cuando Néstor Álamo le cantó a los «riscales de Tejeda», y convirtió su canto en himno insular, cuando Domingo Doreste Fray Lesco nos descubría 'El Paisaje de Tejeda' de este «continente en miniatura» y esperaba que algún día «comprendamos la magnificencia de estos bosques seculares», cuando Francisco González Díaz comprometía a todos con la pervivencia del árbol en la isla, cuando el poeta grancanario (por nacimiento) Nicolás Estévanez , entre muchos otros árboles, escogía el almendro para cantar a su «dulce, fresca e inolvidable sombra», o al decir de Pablo Artiles, en su obra 'Pueblos de Gran Canaria', «Cuando el almendro florece, sobre la pradera del pueblo hijo de las cumbres, ha caído una nevada de copos blancos… ¡Sin fin de mariposas que vuelan, quietas, sobre el pedregoso pendío en que nacieran los almendros!». Ante todo ello, no es de extrañar que la británica Elizabeth Hodkinson, en una 'Guía Turística de Gran Canaria', que le patrocinó el Centro de Iniciativas y Turismo en 1964, incluyera, como ilustración de su paso por Tejeda, una magnífica fotografía de Francisco Rojas, titulada precisamente 'Almendros en flor sobre las cumbres de Gran Canaria'.
Un año más por Valsequillo, Tenteniguada, San Mateo, Cueva Grande, Fontanales, la Cruz de Tejeda y la propia Tejeda, con su balcón abierto a la inmensidad irrepetible de aquella unamuniana «tempestad petrificada» sin olvidar las rutas que desde el sur llevan por Fataga y Las Tirajanas, las carreteras se llenaran de romeros que se suman a esta primera cita anual de la grancanariedad: la Fiesta del Almendro en Flor. Con ellos surgirá el recuerdo del inolvidable periodista Luis Jorge Ramírez, que tanto hizo en favor de la constitución formal de esta fiesta, junto con sus compañeros de la Junta Directiva del Centro de Iniciativas y Turismo, quienes, con el Club Juvenil de Tejeda, arroparon a su Ayuntamiento, hace ya 55 años, para dar el impulso definitivo a esta arraigada celebración, fiesta íntima y hasta espontánea de una isla que encuentra en ella su rostro más luminoso, encendido en la capa rosácea de las flores de sus almendros, y que es, en verdad, la primera gran fiesta insular de cada año.
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