Repsol, valor de España
«Perfecto derecho tiene de hacer primar el interés de sus accionistas y de velar por los sueldos de los integrantes del consejo de administración. Faltaría más»
Ojo a la presentación que se contiene en su página web. «Basándonos en la innovación, la eficiencia y el respeto, creamos valor de manera sostenible ... para el progreso de la sociedad». De esta guisa se autoproclama Repsol en cuanto a principios. Y es de agradecer que así se defina, pues que una entidad de tanta envergadura esté por la labor de conjugar sus intereses con el bien general supone, obvio, un eje básico para que todos los ciudadanos obtengamos rédito.
Con este planteamiento, chirría que una empresa de tanto postín y solvencia esté sopesando la posibilidad de dejar España. La petrolera considera que tributa impuestos en exceso, pese a que lo que se recauda tiene la finalidad de mejorar la calidad de vida de los habitantes del territorio común; con mejores prestaciones sociales, infraestructuras y servicios. Y se muestra la disconformidad en tiempos de beneficios netos, parte gracias a la repercusión de la carga impositiva estatal sobre los consumidores y usuarios, como igual acontece con la gran banca.
Cierto es que se trata de una empresa privada. Como tal, perfecto derecho tiene de hacer primar el interés de sus accionistas y de velar por los sueldos de los integrantes del consejo de administración. Faltaría más. No obstante, manejando hemeroteca, no hace tanto de la época en que se apeló al interés general para unas espectaculares prospecciones en nuestras costas, pese al rechazo generalizado de los habitantes de las islas. Nunca hubo en Lanzarote una manifestación tan populosa como la acontecida en Arrecife el 7 de junio de 2014. Tan manifiesta oposición popular igual dio, se siguió buscando crudo, con aval de las autoridades estatales.
Así las cosas, si realmente coincidimos en querer el progreso en común, a Repsol apelo a que haga veraz lo que de palabra publica.
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