

Secciones
Servicios
Destacamos
La Octava Isla es un territorio con identidad propia, con carencias y virtudes parejas a las que se observan en el resto de Canarias. Con poco más de 700 vecinos, por La Graciosa pasan al año cientos de miles de visitantes. De este modo, no es descabellado argumentar que se necesitan medidas, actuaciones y políticas activas para que se pueda armonizar la convivencia del lugareño con el turista. Y viceversa. Y siempre partiendo de que debe ser el graciosero el eje central de todo lo que se decida.
Cuestiones a resolver. ¿Hace falta establecer un cupo de personas forasteras en Caleta de Sebo, considerando de fuera a todo sujeto sin residencia en el lugar? ¿Es pertinente plantear el pago de una tasa para poner pie en este bello terruño? ¿Interesa dejar la cosa tal cual conocemos y esperamos a ver cómo se comporta la economía en 2024?
El debate está ahí. Y estamos en un buen periodo para hacerle frente. Para ello, eso sí, empezando primeramente por conocer qué quieren y a qué aspiran los gracioseros, que son los que a fin de cuentas soportan los cortes en el suministro del agua, sufren las telecomunicaciones con calidad mínima, padecen un tráfico rodado fruto de la presencia de cientos de vehículos y se sienten desprovistos de la confianza de las administraciones competentes en el territorio. Y es aquí donde toca enclavar las preguntas clave. ¿Cómo hacerlo? ¿Con qué prioridades? ¿Y con qué compromisos?
En el pleno del Cabildo de Lanzarote del viernes 22 se perdió la oportunidad de asumir responsabilidades y decisiones. Apenas se elucidó que es preciso un estudio sobre la capacidad de carga, incluyendo a Órzola. Pero no se dieron pautas, ni plazos. Ni siquiera criterios objetivos para un diagnóstico. Una pena, pues para un buen segundo paso en firme hace falta antes un primero.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.