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Juan Carlos Alonso
Qué debería ser apoyar a Palestina
Viviendo en San Borondón

Qué debería ser apoyar a Palestina

José Francisco Fernández Belda

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 22 de mayo 2024, 23:08

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En estos días toca convocar manifestaciones en pro de Palestina y condena a Israel. Pero lo que no parece obvio es lo que realmente se quiere defender cuando se invoca de forma genérica, pero no precisa, al pueblo palestino. Y antes de echarse a la calle, algunos ataviados para la ocasión con banderas tricolor del Frente Popular, rojas de la extinta URSS con periclitadas hoces y martillos y otros con camisetas del pacifista Che Guevara, no estaría mal conocer con algún detalle y más allá de los equívocos y falaces eslóganes la historia de los pasados 76 años en los que ha permanecido activo el conflicto entre Israel y unos grupos terroristas, para los que Yaser Arafat acuño el nombre de palestinos. También ayudaría a analizar con más objetividad el problema, estudiar algo de la historia de los últimos dos milenios en ese área geográfica donde había guerras continuas entre las tribus levantiscas y despiadadas que se mataban entre si por cualquier motivo, real o ficticio, y sin que aún estuviera allí el Estado de Israel a quien culpar de sus genocidios.

Por todo esto creo firmemente que apoyar al pueblo palestino es exigir a Hamás, Al Fatah y Hezbulá que dejen de tiranizarlo y los ayuden a vivir en paz entre ellos y con sus vecinos. Que los dirigentes terroristas se retiren a sus mansiones en Qatar y a sus mezquitas para rezarle a Alá que les perdone sus asesinatos y el haber implantado un régimen tiránico terrorista en el que se glorifica la muerte ajena, la del terrorista y la de sus víctimas.

Apoyar al pueblo palestino es exigir que permitan elecciones libres, si eso fuera posible en una zona, no tanto un país, mayoritariamente musulmán radical que abomina de la democracia formal y está sometida a los intereses de Irán y sus líderes mesiánicos que predican la destrucción de Occidente y de los valores y derechos humanos que compartimos los que aceptamos la civilización greco-romana y judeo-cristiana como base de la democracia formal. No por casualidad Islam significa, en árabe, sumisión. Las últimas elecciones convocadas y de inmediato desconvocadas por Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina, fueron en el año 2005.

Apoyar al pueblo palestino es exigir que en los colegios y en las madrazas no se enseñe el islam radical y la yihad para adoctrinar a los niños hasta tal punto que consideren un acto loable el ser mártires terroristas y asesinos de judíos. Que se enseñe paz, tolerancia, derechos humanos, ciencia y cultura democrática y no odio satánico a Israel y a Occidente.

Apoyar al pueblo palestino es condenar sin ambages que se premie a las familias de los terroristas que son abatidos cuando asesinaban a inocentes en Israel o en otras ciudades del mundo. Menos aún a cargo de las donaciones internacionales. También se ayuda al pueblo palestino exigiendo a la ONU y las ONG que no sigan tolerando impasibles que gobiernos corruptos en Gaza y en Ramallah, se apropien de las ayudas internacionales en su propio beneficio y no lleguen al pueblo al que en teoría van destinadas. Esos dirigentes palestinos llevan 76 años manteniendo al pueblo en la miseria e ignorancia, usándolo para inducir lástima entre los posibles donantes y sin permitirles desarrollarse social y económicamente a pesar de ser el grupo de refugiados que más ayudas ha recibido y que menos se han utilizado para sacar al pueblo palestino de ese trágico destino, del que no se puede culpar a Israel sino a los que roban esos fondos. También se ayuda al pueblo palestino presionando a los países árabes circundantes, que de boquilla los apoyan pero que no les permiten integrarse y ser ciudadanos con plenos derechos y deberes, para que puedan salir de los confinamientos en guetos o campos de refugiados sin futuro y a veces hasta sin presente.

No escucho en las manifestaciones, que dicen ser a favor del pueblo palestino, ninguna de estas reivindicaciones que creo justas, mas bien sólo oigo consignas judeofobicas y peticiones a Israel de que se rinda. Es la misma estrategia que puede verse en las manifestaciones en apoyo a Cuba o Venezuela, en las que siempre se gritan consignas contra los EEUU pero nunca contra los tiranos que esclavizan bajo el yugo comunista a esos pueblos que los padecen. Se señalan supuestos enemigos externos, cuando el cáncer está dentro, por más que supuestos intelectuales canten las glorias de Fidel, Che Guevara, Chávez o Maduro. Y no se agota aquí el elenco de iconos del progresismo mundial e incluso de confluencias intergalácticas, al decir de Leire Pajín.

Es decir, bajo apariencia humanitaria y tal vez llenas de buenas intenciones, de las que está empedrado el camino al infierno y a la servidumbre, esas manifestaciones por palestinas son en realidad una defensa del régimen terrorista de Hamás. Se pide llevar a Israel a la Corte Penal Internacional acusándola de genocidio, pero nada se dice de hacer lo propio con Hamás por sus masacres, ni por usar sin disimulo a la población civil como escudos humanos, ni por la violación continuada de los derechos humanos y en especial los de los niños.

Y en pro de esa propaganda judeofóbica, la nota entre pintoresca y grotesca la ha dado en España la Conferencia de Rectores Universitarios, la CRUE, cuando aprueban sin sonrojo, son rojos con birrete, el boicot científico y tecnológico a Israel, sin duda uno de los líderes mundiales en Investigación, Desarrollo e Innovación, I+D+i, y lo que es aún más siniestro, esa consigna se lleva a las pancartas mitineras que pasean por campus y por plazas públicas.

En suma, se usa una presunta defensa del pueblo palestino para blanquear y justificar las tropelías de los terroristas. Es como cuando se dice que se apoya al pueblo cubano o al venezolano bailándole el agua a los sátrapas que gobiernan... sobre todo cuando ese bailarle el agua de sus crímenes se hace mientras se disfruta de un espectáculo de variedades, mojito en ristre, en el Tropicana...

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