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EFE
La impuesta marcha atrás al señor Feijóo

La impuesta marcha atrás al señor Feijóo

Voces, palabras ·

Pero el PP del señor Feijóo… votó en contra de la ley del aborto en el Congreso el pasado día 16 de este mes. No me cuadra: si es un «derecho que tiene la mujer dentro de la ley», ¿por qué se identifica con la extrema derecha y lo rechaza para las mujeres españolas?

Nicolás Guerra Aguiar

Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 24 de febrero 2023, 23:21

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El 23 de febrero se cumplieron, respectivamente, dos aniversarios relacionados con la salvación de la Patria (1981) y el Partido Popular (2022). Los tiempos corren y se repiten las mismas tradiciones españolas: de una parte, los intentos de golpes de Estado. De otra, las traiciones políticas con la intención de mantener el puesto de trabajo (o de ocio, vaya usted a saber).

El primero fue el asalto al Congreso de los Diputados en plena sesión plenaria. Las palabras de diálogo y entendimiento del sistema democrático fueron violentadas por metralletas, pistolas parabellum 9mm en estruendosa, demencial y bárbara acción. Eran portadas por guardias civiles sin mando alguno y otros con estrellas, estrellados oficiales y jefes a quienes ningún demócrata había autorizado para «ser salvado» del enemigo.

Pero... ya se sabe: no buscaban agradecimientos ni aplausos, solo el cumplimiento con trasnochadas tradiciones. España se hundía; los rojos paseaban por el hemiciclo en vez de hacerlo por los patios de Carabanchel o frente al pelotón de fusilamiento (como el coronel de Cien años de soledad). Y en tal simbólico edificio ya nadie vestía con uniformes del Movimiento, capas obispales, estrellas de cuatro puntas… ¡El caos! (Parecidos hundimiento moral y económico pregona desde 2018 un ppartido ante un «Gobierno ilegal e ilegítimo», ¡cuánta desfachatez, cuánta falta de seriedad!).

El segundo está íntimamente relacionado con el PP, casualidad cronológica. Se produjo algo tan característico del ser humano de las personas (Monagas): la guardia pretoriana del señor Casado -presidente pepero desde 2018- lo fulmina en horas veinticuatro tras hábiles estrategias. Como paso previo a su derrocamiento lo elevaron hasta la endiosada sublimación a través de hábiles campañas de lisonjas, deleites, loas, alabanzas, cobas, elogios, encomios, loores, apologías, pelotilleos, halagos… por quienes componían el llamado 'núcleo duro', el de los amigos íntimos, intimísimos, sangre de su sangre incluso, amor de sus amores, negros jazmines en el ojal... como en el 'Romance del rey don Sancho': «Cuatro traiciones han hecho, / y con esta serán cinco». (Por cierto: ¿por qué nuestra lengua tiene tan amplio campo de palabras para referirse a quienes adulan al otro para después mandarlo a freír puñetas? )

Y no se trataba de declarados enemigos, ni de coña. Fueron ('publico.es') los más allegados: la señora Gamarra (hoy secretaria general con la nueva dirección: «Pablo Casado no lo ha tenido nunca fácil […], el resto debemos hacer lo mismo»); el señor Maroto (portavoz en el Senado tras perder el acta de diputado: «Pablo, siempre ganas cuando, además de con la razón, hablas con el corazón»); la señora Pastor (vicepresidenta del Congreso con bula del señor Casado: «Él, que es presidente del PP, siempre con responsabilidad, lealtad y generosidad»); Dolors Montserrat («Clarificador y sereno como siempre, presidente») o Andrea Levy («Estupendo, sereno, cercano, claro»)… y otros muy próximos en los asientos del Congreso. (Ya ve, estimado lector: es la lealtad, la fidelidad… Y el nuevo presidente, complacido, los mantiene en los cargos y responsabilidades anteriores... o los eleva.)

Mientras, el europeizador señor Feijóo (heredero del señor Fraga, ex ministro franquista), el hombre de serenidades, aplomos, visiones renovadoras y aparente cantor del centro político e ideológico, velaba sus armas a la manera quijotesca en su feudo gallego, renovado por tres veces como expresión de la voluntad popular.

Y pregonó por todo el territorio sus mensajes de filosofía política, pureza, honor, integridad: «Que nadie cuente conmigo para continuar con este entretenimiento infantil» que otros hacen de la política. Proclama contra quienes pretenden ser portadores de destinos en lo universal: «Dejen de repartir carnés de patriotas»; «Quiero debates serenos, serios, constructivos»; «En las cámaras reside la soberanía popular de la nación». (Sí, claro, jejejé: ¿las mismas que eligieron al «ilegítimo» presidente del Gobierno?)

Y por tal centralización y modernización del Partido el señor Feijóo revolucionó el inquisitorial planteamiento sobre la ley del aborto recurrida -no lo olvidemos- por el PP desde 2010... pero no derogada por la mayoría absoluta del señor Rajoy a lo largo de su cuatrienio (desde 2011) en el poder. Y cuando el Tribunal Constitucional discute y avala (2023) en su totalidad la ley de plazos del aborto, el neonato ppresidente manifiesta con rigor y claridad su posicionamiento: «El aborto es exclusivamente el derecho que tiene una mujer dentro de la ley». Añadió: «No voy a cambiar de opinión».

No obstante, y con todos mis respetos a sus convicciones religiosas, matiza: no se trata de un derecho fundamental, es decir, «derecho que [...] es normalmente recogido por las constituciones modernas asignándole un valor jurídico superior», dice la RAE. Por tanto, la mujer tiene derecho al aborto, pero no es un derecho recogido en la Constitución Española. (Ahora lo entiendo: puede abortar… pero no constitucionalmente. Y como no es una potestad constitucional, el Gobierno de los rojos socialcomunistasbolivarianos ¡no puede forzar a las españolas a interrumpir el embarazo! Muy al contrario: debe protegerlas, ampararlas y poner a su disposición hospitales públicos para parir o alumbrar, a elegir. Pero si es así, ¿por qué la Comunidad madrileña derivó casi cuatro millones de euros a siete clínicas privadas «para garantizar el aborto», según leo en 'El País'? ¡Que baje Dios y lo vea!)

Pero el PP del señor Feijóo… votó en contra de la ley del aborto en el Congreso el pasado día 16 de este mes. No me cuadra: si es un «derecho que tiene la mujer dentro de la ley», ¿por qué se identifica con la extrema derecha y lo rechaza para las mujeres españolas?

Quizás la respuesta la tenga la Iglesia católica. El obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante había arremetido antes de la votación contra el señor Feijóo a la manera de la extremísima derecha ppepera: ¿cómo es posible que el ppresidente «aplauda la sentencia»?, preguntó en una emisora eclesial. Y el PP, añade, es radicalmente de izquierdas: su traición a la vida «es total y absoluta». (Convincente sermón: hasta el señor Feijóo votó en contra de la ley… y fue absuelto tras una simbólica penitencia.)

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