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En unos pocos meses el proyecto de ampliación del muelle de Agaete, abanderado por el Gobierno de Canarias, ha sacado a las calles de la capital grancanaria a miles de ciudadanos que han protagonizado dos multitudinarias protestas. El pasado sábado más de 10.000 personas, unas cuantas más que en la manifestación anterior, volvieron a levantar la voz exigiendo la paralización del proyectado macromuelle.
Desde el Ejecutivo regional se ha insistido en las bondades de la iniciativa: generadora de riqueza, creadora de puestos de trabajo, fomentadora de la movilidad interinsular, etc, etc... dicen. Se argumenta, además, que los fondos destinados a las obras, 50 millones de euros, provienen en su práctica totalidad de Europa, no deben perderse y ya se han licitado.
No seré yo quien cuestione las razones y la buena fe gubernamentales; pero, es evidente que todas tienen su contrapunto. El actual muelle, en su día cuestionado, no parece haber generado riqueza alguna en la comarca. Quienes lo utilizan solo están de paso. Para la movilidad insular ya hay suficientes infraestructuras y dotaciones navieras que la posibilitan. Los fondos europeos, de existir voluntad política, podrían redirigirse a otro recinto portuario necesitado de inversiones y la creación de empleo no pasa solo por hormigonar nuestras costas. A ello habría que añadir el demoledor impacto paisajístico que sufriría uno de los enclaves que mejor representan nuestro paisaje costero. Sin olvidar algunos precedentes, sirvan como ejemplo el muelle de Arinaga o de Tazacorte, como reveladores escaparates de inversiones multimillonarias absolutamente estériles.
Sin embargo, con todo, lo que resulta notoriamente sorprendente es que ese Gobierno que no ha escuchado la posición del Ayuntamiento de Agaete, que ha desatendido la petición de realización de un referéndum entre la ciudadanía del lugar y que también desoye al Cabildo grancanario alegando que la competencia sobre el macromuelle es regional, en la isla de Tenerife, esta misma semana, va de la mano de la corporación insular para reclamar al Ministerio de Fomento que pare el proyecto de Aena, sobre la que no tienen ninguno de los dos competencias, de construir un enlace entre las terminales T1 y T2 del aeropuerto Reina Sofía, presupuestado en 53,9 millones de euros.
Bueno sería, recuerden Vilaflor en Tenerife, que se atendiese a la contestación social que va a más y se paralizase, por lo pronto, el proyecto. Que no se olvide que Agaete, con su paisaje, sus gentes y sus fiestas ocupa un importante lugar en el imaginario de los grancanarios; de ahí que sobren tecnicismos y falte la búsqueda de empatía con los sentimientos de demasiados. Lo de allí también tiene que valer aquí.
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