Vi la nota y pensé que era una falsedad más de ese montón de boberías en las redes. Horas después, una vez que ya cobró valía la historia en medios contrastados, asumí que la cosa iba en serio. Resulta que sí. Resulta que se han inventado unas gafas virtuales, no aún a la venta, donde pasas a mejor vida, en la realidad; en caso de que la palmes en un videojuego.
La cosa va de que el jugador que pierde en la cita virtual, de inmediato, recibe una descarga que le deja el cerebro hecho trizas. Y adiós. De nuevo, la realidad acaba por superar a la ficción. Conociendo cómo de imbéciles podemos llegamos a ser, convendrán en que la situación queda en conocer qué tiempo transcurrirá para saber de individuos dispuestos a tentar a la fortuna con esta nueva suerte de ruleta rusa.
Y visto así, me atrevo a sugerir alternativas para toda aquella persona con ganas de jugarse el pellejo.
1. Viajar a Uganda. Y una vez allí, preguntar por los colegios donde el virus del Ébola está haciendo estragos. Caso de urgencia por visitar las dependencias de Caronte, que al menos sea ayudando al prójimo.
2. Viajar a Ucrania. Y sobre el terreno, como voluntario aguerrido hábil en disparar a todo bicho viviente, como buen experto en Fortnite; ir al frente donde se combate cuerpo a cuerpo frente a los rusos.
3. Viajar a Irán. Dicen, que ahora más que antes, necesitan los activistas del país respaldo internacional sobre el terreno. Riesgos, ser tiroteado sin miramientos o acabar en una sórdida prisión. En ambos casos, adrenalina a raudales.
4. Viajar a Senegal. En Dakar o donde tercie, perder el pasaporte y todo lo valioso. A partir de ahí, dejarte la piel para acabar en un cayuco. Y a ser posible, hacinado, con escasa agua y con apenas víveres.
Puestos al disparate, dejando abierta la carta de la opciones, que al menos sea con cosas de provecho.
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