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Juan Carlos Alonso
El fracaso del nacionalismo complaciente
Tribuna libre

El fracaso del nacionalismo complaciente

Héctor Morán

Responsable de Organización y Confederalidad de Drago Canarias

Sábado, 31 de agosto 2024, 22:51

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Con la llegada del final del verano, las 'serpientes californianas' regresan a sus echaderos y los barrancos recobran las dinámicas que son costumbre: los medios de comunicación, la lucha diaria por la supervivencia de la gente, la justicia, la educación y, por supuesto, las 'peculiares' inercias de la política canaria a las puertas de eso que se ha dado en llamar un nuevo curso político.

En anterior ocasión señalaba que a nadie se le ocultan las múltiples dificultades que plantea un territorio tan fragmentado y diverso como el de Canarias. A nosotros tampoco, pero el hecho de que los partidos políticos se encuentren tan alejados o que apenas conecten con el sentir y las inquietudes ciudadanas contribuye extraordinariamente a la persistencia de estas dificultades sociales.

Por un lado, transitan las organizaciones alineadas con el interés y argumentarios de ámbito estatal, como puede verse, una y otra vez plegadas a las directrices dictadas en esos ámbitos: olvido de los derechos humanos en las rutas migratorias, el uso racional del territorio, el empecinamiento en un modelo económico fallido, en sostener una movilidad agotada o, sin ir más lejos, en algo trascendente para Canarias como el modelo turístico, la carga poblacional, la soberanía de nuestras aguas o la corresponsabilidad en las relaciones con el continente africano. Pero… ¿qué han hecho durante tantos años, o qué hacen las autodenominadas organizaciones nacionalistas o canaristas?

En Drago Canarias pensamos que muy poco, demasiado poco, más allá de la permanente demanda de recursos económicos que luego aquí son utilizados -cuando lo son- de manera discrecional en el ámbito local, insular o autonómico con una cuestionable rentabilidad social, cuando no para financiar o amparar descaradamente esa lacra llamada clientelismo político. Y no es solo un pensamiento que expresa Drago Canarias como organización, ahí están los indicadores de satisfacción social o los rankings económicos que se empecinan una y otra vez en colocarnos a la cola de las distintas autonomías del Estado.

Sí, en Drago Canarias constatamos que llueve sobre mojado. La madurez política de nuestra sociedad lo percibe con meridiana claridad, y quizás durante un tiempo haya respondido con resignación y desafecto hacia la actividad política y los políticos profesionales. Dicho de otra manera, la inmensa mayoría de la sociedad canaria no ha visto la actividad política como algo necesario y útil en la mejora de sus vidas, sino como algo sucio y profundamente interesado, pero eso está empezando a cambiar.

Por otro lado, es pura estadística la realidad de los larguísimos periodos en los que han ocupado el poder agrupaciones insulares profundamente insolidarias con el resto de las islas, coaliciones canarias, de viejas organizaciones canaristas que, digámoslo claramente, son las principales responsables de la mala gestión de los gobiernos en pequeños y grandes municipios, de cabildos o del propio gobierno de Canarias durante la mayor parte del reciente periodo democrático.

Demasiados años imperando el todo vale para mantener las cuotas de poder personal o institucional. Demasiados años en los que, pasadas las elecciones, ya no importan los ofrecimientos electorales, la palabra dada, la fuerza de lo pactado públicamente, la coherencia, las formas, la ética personal o de la propia organización política que se representa. Pero ahora no toca desgranar esos incumplimientos, el trapicheo o los trágalas con la representación de la ciudadanía canaria en Madrid, en el Gobierno de Canarias, en los cabildos insulares o en muchos ayuntamientos. Solo diremos que la lista es larga y, desde luego, poco edificante para la vieja clase política de Canarias en general y, especialmente, para ese 'nacionalismo' complaciente con los fuertes y tan riguroso con los débiles.

Ahí está en la mente de todas el reciente espectáculo ofrecido en el Puerto de la Cruz para lograr mayores sillones y prebendas a una sopa de letras e ideologías entre las que se incluye el Partido Popular, Coalición Canaria y la Asamblea Ciudadana Portuense —conformada en coalición, entre otras, por Izquierda Unida y Podemos—, pero también las componendas del alcalde del PSOE en La Laguna junto a Coalición Canaria o los manejos que se traen los políticos de Telde, por citar los últimos ejemplos amparados en la fiebre de poder de este mes de agosto.

Quizás algunos esperan que la ciudadanía olvide estos excesos democráticos y las asignaturas que dejaron pendientes antes de verano: un modelo económico insostenible, indicadores de calidad de los servicios públicos lamentables, falta de oportunidades para nuestros jóvenes, el acceso a una vivienda digna, los índices de pobreza, el deterioro del medio ambiente, la cuestión sanitaria, una gobernanza casposa que huye de la participación y de la transparencia, alquileres inasumibles… o que, por el contrario, se alimenta una polarización y una crispación interesada para no hablar de lo que verdaderamente afecta al día a día de la sociedad. Lamentable, pero rigurosamente cierto.

Los distintos equipos de Drago Canarias no están en eso, sino en todo lo contrario, se trabaja pensando en las necesidades de la gente, en proponer mejoras en las cuestiones sociales, en el coste de la cesta de la compra, en la educación y en la optimización de sus recursos, en las listas de espera de la sanidad pública, en el paro, en salarios y en pensiones dignas, en el acceso a la vivienda y en reducir el precio de los alquileres, en un futuro de los jóvenes en esta tierra, en la diligencia de las administraciones y en la simplificación de sus procesos, en exigir que se gestionen correctamente los fondos propios, los estatales o los europeos.

Drago Canarias no es, ni será nunca, una organización política complaciente con los lobbies económicos, o que practique un sucursalismo al dictado. Es, y será, una organización política soberanista con los pies bien asentados en la realidad de Canarias, que trabaja con pragmatismo en mejorar la vida de su gente, en la demanda y asunción de nuevas competencias y que tiene en la confederalidad de nuestro país el leitmotiv de su acción política.

Pensamos, como dijo magistralmente el poeta Saulo Torón: «Abre el surco, labrador, / y echa pronto la semilla / que tuya será la flor.» En eso, y no en otras cosas, está la militancia, y en eso han de estar también las muchas personas que se acercan cada día a las propuestas y al llamado de Drago Canarias en cada una de las Islas. Ese es nuestro compromiso.

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