Que vengan reídos de casa
Se hace difícil reclamar cordura (yo sigo insistiendo) en un contexto en el que nada más y nada menos que el presidente de EE UU ... cuelga recreaciones en sus redes sociales en las que parece fantasear con la posibilidad de bombardear mierda contra la gente que se manifiesta contra sus políticas en algunas de las principales ciudades del país. Ya no sorprende. Ojalá fuera un meme de esos lo peor de su legado. En el circo del mundo, Trump es el amo y su estilo, por desgracia, marca tendencia. En España, sin ir más lejos, tiene imitadores. De uno y otro bando. Basta seguir las redes sociales. Hablar de insultos se antoja un eufemismo.
Con todo, lo más triste es que ese clima tóxico y de mal rollo que destila X ya se ha sentado en los parlamentos españoles. Líderes de uno y otro signo se disparan basura enlatada a la cara en ese paripé en que han convertido las sesiones de control a los distintos gobiernos. Allá ellos. Es una pena, pero allá ellos.
Lo que no es admisible es que recurran a ese pimpampun de teatrillo barato, con aspavientos, risitas, aplausos y jaleos al líder de turno cuando de lo que se está hablando es, por ejemplo, de la crisis provocada en Andalucía por los cribados del cáncer de mama.
Para casos de esa trascendencia, por favor, que vengan reídos de casita. Aunque sea por respeto a quien lo ha pasado tan mal. A quien lo ha sufrido le da más bien igual si fue Juanma Moreno o el PSOE el primero que habló de evitar la ansiedad en las posibles afectadas. Pura anécdota para lo que de verdad importa: que el sistema falló y que ha podido morir gente por eso. Discutan sobre cómo pasó y cómo corregirlo. Lo demás es puro circo.
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