Sobra patrimonio, falta voluntad
En la provincia de Sevilla hay un municipio algo más pequeño que San Bartolomé de Tirajana pero con una población similar a la de Santa ... Lucía, Alcalá de Guadaíra, que ha sabido hacer de su histórica vinculación con la industria del pan un atractivo turístico sostenible.
Lo es porque les ha servido de excusa para conservar un patrimonio que les dio de comer durante décadas y que, de lo contrario, estaría abandonado y en ruinas. Y lo es también, lo de sostenible, porque tampoco les masifica de turistas. No es La Gioconda ni Port Aventura, pero, insisto, les genera visitas.
Con ese objetivo han montado un centro de interpretación en una antigua harinera, de mediados del siglo XX, y organizan visitas por una ruta de viejos y curiosos molinos a lo largo del río Guadaíra.
Me pregunto si es tan difícil coger recorte aquí y sacarle partido a algunas de nuestras joyas del patrimonio industrial, esas por las que lleva años clamando en el desierto la profesora universitaria Amara Florido. Hemos ideado rutas queseras y así dinamizamos y realzamos el valor de ese producto tan singular. O rutas bodegueras, ahora tan en auge.
Pero por qué no probar, por ejemplo, con una asociada a la producción de gofio, que incluya industrias en producción con otras en desuso o reconvertidas en museos. Hay recintos habilitados, pero tengo la sensación de que funcionan aislados. O una ruta por molinos de aceite. Santa Lucía de Tirajana montó la suya, pero anda un tanto descafeinada. Se le puede, a mi juicio, sacar más jugo. O una por pozos y otros bienes hidráulicos, como minas y presas. Patrimonio sobra, tanto como su abandono. Falta dinero, posiblemente, pero, sobre todo, falta voluntad.
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