Allí, los matan; aquí,...
Este lunes me tocó cubrir el homenaje-recuerdo que se organizó en la Plaza de Santa Ana a los más de 18.000 niños y ... niñas asesinados en Gaza por Israel en los dos últimos años. Y mientras escuchaba la estremecedora retahíla de nombres de esas víctimas, fruto de una iniciativa auspiciada por la sociedad civil, me preguntaba qué triste destino para unos chiquillos a quienes siquiera se les hace justicia después de muertos. Allí, en Palestina, los mata el ejército israelí; aquí, en España, los grandes partidos los usan para la refriega política.
La condena por estos asesinatos debería ser unánime y universal, como la que deparó la salvaje masacre de Hamás en el atentado del 7 de octubre de 2023. No debe haber excusas ni peros, como este lunes decía el presidente del Cabildo. Pero tristemente no es así. Su memoria queda tamizada por el tacticismo político, en el que, por cierto, también incurre el Gobierno de España. Aunque no se puede negar que ha ido dando pasos simbólicos en defensa de los derechos de los palestinos, a nadie se le escapan los motivos por los que ahora ha abrazado esta causa, cual activista. Es un ejecutivo en horas bajas que busca oxígeno en una calle que siempre ha ido por delante en ese rechazo.
Con todo, menos entendible es la actitud de PP y Vox, donde andan midiendo sus palabras. Lo que les preocupa no es lo que pasa, que saben que es grave, sino cómo llamamos a lo que pasa, si es o no genocidio o una guerra por el territorio, y eso les sirve de excusa para evitar una condena expresa y tajante a la conducta de Isarel. Los hechos importan menos que el relato. Por eso Almeida, alcalde de Madrid, se limita a decir que no le gusta lo que pasa en Gaza, como quien dice que no le gusta el helado de vainilla. En fin…
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