Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
El titular no es una afirmación. Ojalá, pero no. Es más bien una aspiración. O, quién sabe, una utopía, dado el escenario actual de esta España mía, esta España nuestra, como cantara Cecilia. Lo cierto es que el acuerdo alcanzado entre la Junta de Andalucía y el Gobierno de España para salvar Doñana es histórico.
Primero, porque en este país un acuerdo, así, de entrada, es histórico; un acuerdo que no saca gente a la calle ni rompe España ni otras hipérboles semejantes, como el que ha desatado el que firmaron PSOE y Junts para la investidura de Sánchez.
Y segundo, porque detrás están las dos fuerzas políticas más importantes de este país, PP y PSOE, capaces de dialogar a escala andaluza, pero que, sin embargo, llevan semanas enzarzados en una guerra dialéctica creciente a escala nacional.
Lo probable es que sea un oasis de buena política, o quizás, un espejismo en mitad del fango de la política cortoplacista, radicalizada y polarizada que ahora preside y empaña cualquier iniciativa que se tome a nivel nacional.
Este consenso alcanzado en Doñana debería servir de música ambiente para enmudecer los debates pasados de rosca y de decibelios que han convertido el Congreso en el patio de un mal colegio. Debería servir también de prueba para demostrar que, pese a lo que parezca, la distancia entre el PSOE y el PP tampoco es tanta si le ponen un poco de voluntad y se apartan del ruido partidista.
Es verdad que ahora la propuesta de ley de amnistía lo ha enrarecido todo (normal, por otra parte), pero es que antes no estaba y tampoco eran capaces de sentarse en una misma mesa. No nos engañemos. El problema es de fondo y me temo que es de voluntad democrática.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.