Una carretera como tortura
Los que vivimos de Telde hacia el sur y somos habituales de la GC-1 en dirección norte lidiamos a diario con lo que al ... final se antoja como un punto de inflexión para el resto del día: la llegada al enlace viario de la Base Aérea. Si a esa altura ya hay coches parados, mala señal. Llénate de paciencia. Te espera atasco, retención o caravana hasta La Mareta, 7 u 8 kilómetros de nada, a pasito de tortuga, o peor aún, de caracol.
Pasa todo el año, pero la incidencia se intensifica por estas fechas hasta las Navidades. No hace falta que haya habido accidentes. En este caso, se dan la mano la alta densidad de tráfico con la intersección en cremallera a la altura de La Mareta, dos ingredientes ideales para el caos. Pero luego hay días, cada vez más frecuentes, en los que una colisión múltiple te hace caer en un agujero negro, como pasó este lunes. Entonces te resignas a horas de cola.
¿Por qué? Porque se tarda demasiado en despejar la vía. La Guardia Civil, y con ella, media isla, está a expensas de las aseguradoras y de sus empresas de grúa. Ojo, no es su culpa. Tienen sus agendas y el accidente les pilla donde les pilla. Lo que falla es el sistema, el protocolo. Urge buscar una alternativa, un servicio que agilice la evacuación de los vehículos.
Es verdad que el Cabildo y el resto de instituciones han empezado a moverse, pero no termino de entender las prioridades. Han puesto el foco en las entradas y salidas de La Pardilla y en las del centro comercial Las Terrazas. ¿De verdad estaba ahí el nudo gordiano del problema? Lo dudo. El meollo, insisto, está en La Mareta y mientras eso no se resuelva harán del uso de esta carretera una experiencia parecida a la tortura.
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