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En Alemania se registra un resultado electoral regional que evidentemente disgusta a la coalición gobernante a nivel federal y que puede incomodar a buena parte ... de la población del país y no pasa nada. En Venezuela hay unas elecciones, no se publican las actas del recuento, los opositores denuncian irregularidades y acaban encarcelados, al tiempo que el gobernante utiliza un vocabulario de taberna del tres al cuarto en una película del Lejano Oeste. Las comparaciones son odiosas pero hay que hacerlas para poner las cosas en su justo término y para concluir que algo no va bien en Venezuela -de hecho, va rematadamente mal, con el agravante de que es así desde hace años-.
Lo fácil es señalar que Nicolás Maduro se está quedando solo y que ya la queda menos a su régimen. Pero lo cierto es que cada día que pasa a quien le queda menos es a la población venezolana, que ve cómo los alimentos escasean, la luz no se enciende, las medicinas no están en las estanterías de hospitales y farmacias y, a la postre, una parte importante de la población trata de salir del país hacia donde sea para garantizarse unas condiciones mínimas de vida y, de paso, conseguir unos ingresos con los que mantener a los suyos mientras logran sumarse al exilio.
Los intentos de mediación han fracasado hasta la fecha y en esa foto hay que colocar al expresidente del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero. Tan activo y tan hablador cuando le conviene, pero tan silencioso cuando queda en evidencia... Quiero pensar que su mutismo refleja la vergüenza por lo que está pasando, pero cuando se ha tenido tan alta responsabilidad y cuando se ha aceptado esa labor de mediación, lo que corresponde es dar la cara y posicionarse. No creo que Zapatero pierda un ápice de la dignidad política que pueda quedarle por hacer un ejercicio de contrición. Y sí que la perderá si se mantiene en el escondite en el que ha decidido refugiarse.
Venezuela fue un país rico, un referente en política internacional para América y un interlocutor preferente con otras cancillerías. Hoy está a años luz de eso, pero más allá del eco internacional está la realidad interna y la fractura social. Es ahí donde debemos centrar el foco porque se trata de hombres y mujeres instalados en la desesperanza y la necesidad, ahogados por la escasez y sometidos por la presión de un régimen que, bajo la pátina populista, ha hecho de la vulneración de las libertades y los derechos fundamentales su seña de identidad.
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