Tres apuntes para abrir la semana
Díaz Tapia comparece hoy en sede judicial
Otra cita judicial. Cuando aún no se han repuesto el Gobierno de Pedro Sánchez y el Partido Socialista de las revelaciones (presuntas) de Víctor de ... Aldama a cambio de conseguir la libertad, llega el turno de las declaraciones de sus supuestos compañeros en la trama corrupta. Entre ellos se encuentra Ignacio Díaz Tapia, la persona que intercambió mensajes con el entonces presidente Ángel Víctor Torres para contratos de la empresa Eurofins Megalab. A día de hoy, Torres sigue sosteniendo que no recuerda haberse reunido con Díaz Tapia, una cita que aparece reseñada en los mensajes que ambos intercambiaron. Se puede entender el olvido del ministro pero sorprende que quienes estaban a su alrededor hayan sido incapaces de situar el encuentro y, sobre todo, aclarar si alguien más estaba presente. Tampoco han logrado explicar el recorrido posterior de la negociación que condujo finalmente a nada menos que tres contratos por un importe global de 5,3 millones de euros. ¿O es que Torres le dio a Díaz Tapia el teléfono del entonces consejero Blas Trujillo y ahí acabó todo? Ya puestos a desvelar misterios, tampoco sabemos quién le sugirió a Víctor de Aldama y sus socios pensar en Canarias cómo lugar de paso para su negocio de hidrocarburos.
Falta de empatía. La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha protagonizado uno de esos episodios que reflejan que hay cargos públicos que no acaban de aprender las lecciones que deja la DANA en Valencia. Se personó la ministra con mandos militares en uno de los municipios afectados, acabó bajando a un garaje embarrado a no sabemos qué y allí, ante una señora que reclamaba que alguien limpiase el barro en el sitio, elevó el tono señalando, con notable enfado, que la competencia en cuestión es municipal y no militar. Es evidente que lo que menos importa a los afectados es si la competencia es de este o de aquel. La falta de empatía de la ministra es lamentable pero llueve sobre mojado: cuando más se la ha necesitado en la crisis migratoria, más se ha notado su ausencia.
El partido de la UD. Se equivoca cualquier hijo de vecino y los árbitros de fútbol también lo son. De la misma forma, se entiende que los encargados del videorbitraje están sujetos al margen de error. Lo que cuesta entender es que un lance como el del sábado en el último suspiro del UD-Mallorca acabe con un expulsado, una tarjeta amarilla y un libre indirecto que acabó en gol. Sobre todo cuando los dos futbolistas implicados lo resolvieron entre ellos como un episodio menor.
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