Superconcejalías
¿Son necesarias en ayuntamientos grandes?
La dimisión de una concejala del grupo de gobierno tras pasar a ser persona investigada por un juez en un caso de presunta corrupción no ... es algo cualquiera. Solo Inmaculada Medina y seguramente la alcaldesa Carolina Darias saben a ciencia cierta lo que acabó provocando la dimisión escenificada el pasado lunes y que tuvo su arranque el viernes, cuando, en una reunión, el Partido Socialista instó a la concejala a dar un paso al costado.
Seguramente por medio ha habido un primer análisis jurídico del auto judicial y del que lo precede aportado a la causa por el fiscal Anticorrupción Javier Ródenas. Y también seguramente a ese análisis sobre el posible recorrido judicial del caso Valka en lo que a la concejala Medina se refiere se unió una valoración política de lo que supone tener en el grupo de gobierno a una concejala imputada, que efectivamente no es otra cosa que saber que tiene sobre sí la lupa judicial pero siempre desde la presunción de inocencia y con derecho a ir acompañada de abogada cuando sea llamada a declarar.
Hechas esas consideraciones, ahora toca que la alcaldesa resuelva la ecuación de cómo recompone el grupo de gobierno. Es evidente que siempre se busca que estas crisis se zanjen por la vía rápida y seguramente en eso han estado desde que se conoció el escrito de imputación. Pero quizás conviene no precipitarse y añadir otro elemento a la reflexión: ¿son necesarias las superconcejalías? Porque Medina era, efectivamente, una superconcejala por la acumulación de competencias de gran calado para la gestión pública y también para la contratación con terceros. Pero no es la única: ahí tenemos al edil responsable nada menos que en Seguridad y que, de la noche a la mañana, también lo es de Cultura.
Cuando eso ocurre en un Ayuntamiento tan grande como el de Las Palmas de Gran Canaria, los superconcejales tiran de la figura de unos gestores de áreas que, a su vez, se acaban apoyando en sociedades municipales nacidas para sortear la burocracia pero en las que, como estamos viendo en los casos Valka y de la Sociedad de Promoción, se acaban abriendo las rendijas para que las cosas no se hagan del todo bien.
Cada uno sabe los mimbres con los que tiene que hacer el cesto de la gobernabildiad, pero estas superconcejalías llevan a pensar que cuando se confeccionan las listas municipales, se hace más pensando en las cuotas de partido que en la posibilidad real de gobernar. Y no debiera ser así.
Como estamos viendo, una superconcejalía no es otra cosa que superlío.
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