Plan de paz
La estrategia de confrontación continua es un callejón sin salida
Empeñado como está en conseguir el Nobel de la Paz, Donald Trump presentó a bombo y platillo en la Casa Blanca su plan de paz ... para Gaza. Lo hizo acompañado del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, que es quien hasta la fecha ha hecho imposible precisamente esa paz, dinamitando (literalmente) todos los puentes tendidos para un acuerdo que pusiera fin a la acción militar y permitiera algo tan prioritario como salvar vidas y garantizar unos mínimos en materia de derechos humanos.
Veremos cómo camina el asunto pero de entrada chirría un acuerdo sin una de las partes en conflicto. Y no me refiero a Hamás, que es evidente que debe estar fuera de la ecuación, sino a la Autoridad Palestina.
Por más que Netanyahu y los suyos quieran negar la realidad, ahí está la evidencia de que hay un pueblo palestino que tiene derecho a contar con una representación y esa, le guste o no al primer ministro de Israel, es la Autoridad Palestina. Añadamos a eso lo visto en la Asamblea General de Naciones Unidos, donde ya son más los países que reconocen un Estado palestino que los que se empeñan en negar la evidencia. ¿Y para qué sirve eso? Pues supongo que para lo mismo que sirvió hace décadas el reconocimiento del Estado de Israel... todo es empezar y ponerle ganas al asunto.
La estrategia de confrontación continua es un callejón sin salida. Solo sirve para alimentar odios que pasan de generación en generación y para dar argumentos a quienes viven precisamente de la guerra. Y eso vale para los dos bandos: en un extremo, Netanyahu y los suyos y en el otro miremos a Hamás, que no es precisamente una ONG pacífica. Razón de más para poner el foco, por tanto, en la Autoridad Palestina.
En cuanto a lo del Nobel de la Paz para Donald Trump, sería un chiste sin gracia pero cosas similares se han visto hasta la fecha. Estamos hablando de un presidente inmerso en una deriva autoritaria, que ha dado un golpe en la mesa internacional cual elefante en cacharrería y que ha recibido con honores y alfombra roja a Vladimir Putin, el mismo que se saltó el derecho internacional con la invasión de Ucrania. No son las credenciales de lo que entendemos como un digno Nobel de la Paz pero ya sabemos que esto de las condecoraciones a veces tiene más que ver con la chequera del premiado y con el miedo de quien concede los títulos. Y Trump lo sabe perfectamente, así como quienes le aplauden haga lo que haga.
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