Periodistas
Supongamos que voy por la calle y me encuentro con un operario del servicio municipal de limpieza y empiezo a increparlo, además de perseguirlo para ... impedir su trabajo. O pongamos por caso que hago lo mismo con un técnico sanitario que en ese momento está atendiendo en la vía pública a alguien que fue atropellado. O que me acerco a un fotógrafo de bodas que está haciendo un reportaje a una pareja de recién casados en unos jardines y decido plantarme entre el objetivo de la cámara y el nuevo matrimonio. En todos los casos, lo más probable es que los afectados acabasen avisando a los agentes de la Policía y que estos me llamasen primero al orden y después, si persistía en mi actitud, terminase detenido.
Ahora recordemos lo que ha pasado y sigue ocurriendo en el pueblo de Torre Pacheco, en Murcia, una situación que, por desgracia, se repite en muchos lugares de la geografía española: llegan unos periodistas a hacer su trabajo y son increpados, insultados, perseguidos, acosados, zarandeados y algunas cosas más en la vía pública. Se da la circunstancia de que incluso tienen que ponerse tras un cordón policial para garantizar su integridad física pero, si repasamos las imágenes, comprobaremos que los bárbaros que los acosan siguen allí y acaban yéndose a su casa como si no hubiesen hecho nada.
Peor aún: esos mismos que no dejan trabajar a los periodistas esgrimen sus teléfonos móviles y conectan sus redes sociales para contar lo que ellos entienden que es la única 'información' fiable, es decir, la suya y la que les retroalimenta. En realidad, no es 'información' porque no es veraz y menos aún fiable: es un ejercicio de comunicación, pero que se superpone con el derecho a la información del público que todavía tiene claro que los periodistas sí están para informar.
En todo este aquelarre, hay que reconocer que la prensa tiene parte de responsabilidad:no hemos sabido ponernos en nuestro sitio, hemos perdido el tiempo en guerras fratricidas, hemos dado por bueno eso de que cualquiera con un teléfono móvil puede ser un informador y, para más inri, hemos confundido muchas veces opinión con noticia.
Cuando se calmen los ánimos en Torre Pacheco será preciso, como en muchos otros lugares de España, hacer un ejercicio de pedagogía. Pero también en cuanto al papel de la prensa. Y lo mismo respecto a los cuerpos y fuerzas de seguridad, que están, entre otros cometidos, para garantizar que la gente (periodistas incluidos) pueda hacer su trabajo.
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