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Mientras medio planeta se torra con temperaturas extremas, en los cines se estrena este fin de semana 'Oppenheimer', dirigida por Christopher Nolan. Dicen que las ... tres horas de duración pueden echar a buena parte del público potencial para atrás, pero si el aire acondicionado de la sala funciona razonablemente bien, quizás sea un aliciente más saber que durante 180 minutos se encontrará alivio a las temperaturas extremas del exterior.
Más allá de las cuestiones climatológicas, a Nolan hay que agradecerle su empeño en mantener la liturgia del cine en sala grande. Ha rodado de nuevo en formato Imax y es una pena que no todas las salas cuenten con la posibilidad de una reproducción en condiciones, pero sigue siendo una loable apuesta por el cine de siempre. Grandilocuente, eso sí, pero con el sabor de antaño: acudiendo a la sala, esperando a que la luz se apague y el proyector comience a andar y compartiendo la experiencia con un puñado de espectadores. Todo muy alejado a lo que se lleva ahora, donde cada cual ve el cine cuando le apetece, donde le da la gana y en pantallas minúsculas, con el añadido de fórmulas aberrantes para el cinéfilo como eso de pasar a velocidad rápida las imágenes.
Las primeras críticas en la prensa internacional se ponen a los pies de Nolan ante su 'Oppenheimer'. Ojalá sea así, porque su anterior filme, 'Tenet', pretendía epatar tanto que al final, además de confuso, se convertía en una moviola repetida hasta la saciedad.
Al margen de la calidad fílmica, que siempre es una garantía en el caso de Nolan, la historia de Robert Oppenheimer merece ser recuperada. Estamos hablando del científico que se incorporó al llamado Proyecto Manhattan, en el que la industria bélica se rodeó de lumbreras de la ciencia para acabar pariendo la bomba atómica. Así, Oppenheimer y unos cuantos sabios más pusieron toda su inteligencia al servicio de la destrucción con mayúsculas, pero guiados por la buena intención -o eso pensaban- de poner fin a la Segunda Guerra Mundial. Tras ver lo que pasó en Hiroshima y Nagasaki, Oppenheimer trató de echar el freno a la industria nuclear pero evidentemente fracasó. Su bomba dio paso a una carrera armamentística que se mantiene a día de hoy, con una amenaza nuclear que se ha multiplicado exponencialmente, pues no solo estadounidenses y rusos poseen ese tipo de armamento.
Si es verdad eso de que hay que conocer la historia para no repetir ciertos errores, vayamos a ver 'Oppenheimer'.
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