Leyendas... pero personas
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Cuando ganó, Alcaraz trepó para abrazarse a los suyosCon 20 años, Carlos Alcaraz se coronó campeón en Wimbledon. Ylo hizo ante una leyenda de ese deporte como es Novak Djokovic. Por si fuera ... poco, el espectador disfrutó de cinco sets, con un final que parecía muy abierto cuando arrancó el último tramo del partido. ¿Se puede pedir más? Pues sí:cada jugador estuvo a un paso de endosarle un rosco al contrincante, esto es, un set en blanco.
Todo eso habla de la fortaleza de los dos contendientes y de lo mucho que ansiaban la victoria. Fortaleza física pero también mental. Cada uno tuvo que remontar y confiar en su potencial, con el añadido de que Djokovic atesora más experiencia y Alcaraz confirmó que había aprendido mucho de la dolorosa derrota en Roland Garros, cuando malas pasadas mentales tuvieron sus consecuencias en lo físico, con el tenista literalmente acalambrado.
Cuando ganó, Alcaraz trepó para abrazarse a los suyos. Pero el primero de esos abrazos fue con Juan Carlos Ferrero, el extenista metido a entrenador. Viendo la experiencia de otros deportistas y la juventud de Alcaraz, que ya es número uno del mundo, creo que el papel de Ferrero y de su equipo es clave. Pero no solo para construir a un tenista que también puede ser leyenda, sino para insistirle en que la derrota forma parte del deporte y de la vida. Yque hay vida más allá del deporte. Sobre esto último, un botón como muestra: las lágrimas de Djokovic cuando, en plena pista central de Wimbledon y con todo el planeta viéndolo, la entrevistadora le preguntó qué mensaje trasladaba a sus hijos después de la derrota.
Escribo lo anterior pensando en que a las leyendas del deporte hay que reclamarles también que no creen su historia solo a base de éxitos, sino también de la normalidad al digerir los momentos en que no se gana. Como también a normalizar que llega un momento en que hay que decir adiós. Federer, por ejemplo, ha sido ejemplar en ese sentido y eso no quita para que se deje ver en la tribuna de un partido, como ha sucedido en Wimbledon, o como también pasó en la final, con la mítica Chris Evert entre las presentes.
Ya puestos a hacer algún apunte sobre las presencias y las ausencias, estuvo bien que acudiera el rey Felipe VI a la final, pero también creo que debía haberle acompañado la princesa Leonor. A fin de cuentas, Alcaraz es de su generación y la proyección, en estos tiempos tan mediáticos, se afianza con gestos de ese tipo.
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