Del director
LamentableDesde el minuto uno era evidente que la crisis se había gestionado mal
Faltan adjetivos para lo que lo que estamos viendo en las zonas afectadas por la DANA, pero sobre todo faltan para calificar la bajeza de ... unos políticos que, en medio del fango, tratan de desgastar al contrario y arañar algún apoyo ciudadano. Claro que tampoco nos podemos sorprender: el clima de polarización política lo contamina todo y se ve que a los estrategas de los partidos les da igual que incluso la gestión de unos centenares de muertos se vea sometida al habitual cruce de reproches.
Mientras, miles de personas salen a las calles, armadas con baldes y escobas, para hacer unos cuantos kilómetros y echar una mano a los vecinos de los pueblos más afectados, esos ciudadanos que siguen esperando que lleguen militares, policías, ingenieros, sanitarios o quien sea, pero que alguien les eche una mano. Este viernes desde algunas instancias políticas se pidió incluso que esa marea de movilización ciudadana se frenase para no ocupar las carreteras, pero es que hasta ahora nadie ve a los operarios públicos transitando por ellas para hacer lo que tanto se necesita.
Desde el minuto uno era evidente que la crisis se había gestionado mal. No es de recibo que pasen casi diez horas desde que los meteorólogos alertan de lo que se viene y la emisión del mensaje a los móviles reclamando a la ciudadanía que se quedase en casa. Ahí se perdieron unas horas que podrían haber servido para minimizar la crisis. ¿Y de quién es la responsabilidad? Por más que el presidente valenciano, Carlos Mazón, trate de apuntar hacia otro lado, en primer instancia es suya: las competencias en materia de emergencias son autonómicas y si Mazón quería que tomase el mando el Gobierno de España, no tenía más que pedirlo.
La primera reacción política ha sido echar la culpa a los meteorólogos, como si lo suyo fuese una ciencia exactísima. Pero es que -y no es baladí recordarlo- ellos advierten de lo que apunta una previsión; si después resulta que el agua caída provoca una riada porque el urbanismo no ha tenido en cuenta esa incidencia o porque hay cientos de coches moviéndose en las calles en lugar de estar a resguardo tras la preceptiva alerta, la responsabilidad no puede ser suya.
Ahora lo que toca es aparcar los reproches y seguir atendiendo la emergencia, uniendo esfuerzos, tejiendo consensos y sumando todos los recursos posibles. Pasado eso, es evidente que hay que pedir explicaciones. Hacerlo al revés cuando hay cadáveres que recoger es tan lamentable como vergonzoso.
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